25-3-2013.
Mi primera visita a Castanesa tras el pavoroso incendio de 2012. Afortunadamente parece que el valle, tras un crudo invierno de lluvia y nieve, se va recuperando.
Castanesa se dividfe en dos barrios: la Vila d’Alt y la Vila de Baix, alzándose entre ambos la iglesia parroquial de San Martín.
En la Vila d’Alt se halla la iglesia de Santa María la Nova, románica, con interesante campanario adornado con ajedrezados y dientes de sierra.
En la Vila d’Alt conviven viviendas trdacionales con otras de reciente construcción. En algunas de las antiguas ser ven interesantes portadas, blasones e inscripciones de los siglos XVI y XVII, que hablan de un pasado con más gente y algunos de alcurnia.
Entre los dos núcleos de población se halla la iglesia de San Martín, restaurada hace unos años, pero que está cerrada pues la nueva cubierta plantea muchos problemas. No sé si Pepe Gotera y Otilio -como suele ser habitual en este país- tuvieron algo que ver en la restauración.
De todos modos, su campanario, cuyo aparejo y su estructura datan de época románica, es muy interesante.
En la Vila de Baix hay menos casas. En una de ellas, junto a la carretera, se encuentra una casa de turismo rural con restaurante.
También en este barrio hay viviendas que fueron antiguas casas fuertes como Casa Domingo, que conserva las ménsulas de un matacán desparecido y aspilleras.
Casa Francesc, en ruinas, tuvo iglesia propia.
Los vecinos tuvieron la idea hace unos años de restaurar San Esteban, capilla de Casa Francesc. Rehicieron los muro laterales, eliminaron una capilla añadida al sur, pero debió acabarse el presupuesto, y éste es el resultado.
La siguiente es una fotografía que tomé de San Esteban en 2002 (aún con cámara analógica) para que se pueda comparar.
Además de las tres iglesias que hay en el pueblo, muy cerca contaba Castanesa con dos ermitas. La primera de ellas es San Miguel, junto a la carretera a Fonchanina. Antes del incendio era imposible acercarse a ella debido a la vegetación impenetrable que la rodeaba. Ahora es posible hacerlo a costa de arañarse y tiznarse sin límite.
La otra ermita, ya desaparecida era la Piedad, accesible por un camino que sale de la parte alta del pueblo. Quedan escasos vestigios que permiten entrever su planta.
A menor altura, bajo la carretera actual, se izó hace unos años un pilaret dedicado a la Piedad que pretende recordar la desaparecida ermita.