El domingo 18 de enero de 2015 la Asociación Ramiro I de Graus, encabezada por su entusiasta presidente Ángel Aventín (“Angelón”), organizó una salida para conocer Castro con su castillo y ermita de San Román, en la cual yo haría de guía. La mañana la completaba la visita en La Puebla de Castro la colección de plantas y hierbas que tiene José Noguera.
A las nueve y media partíamos en coches desde Graus hacia La Puebla, Allí dejamos los vehículos y ya nos esperaba con su proverbial amabilidad Mariano Serena con las llaves de San Román.
Iniciamos el paseo de menos de tres kilómetros hasta Castro. Abajo quedaban retazos de niebla.
Frío hacía y el hielo y la escarcha eran bien visibles.
Pronto, el paseo, la charla, el sol y los maravillosos paisajes hicieron olvidar la temperatura.
La camaradería es parte fundamental de estas salidas y la verdad es que hasta el momento la cosa va viento en popa.
En menos de tres cuartos de hora -los más andarines en menos- ya llegábamos a Castro. Poco antes una enigmática construcción, cuya finalidad se nos escapa a muchos, sostiene una pequeña meseta.
Pasamos junto a la balsa de la Ubaga, que siempre aprovisionó de agua al pueblo y al castillo.
El último repechón y allí estábamos.
Antes de entrar a San Román hablamos un poquito de la historia del lugar y su castillo.
Luego a la espectacular iglesia, que fue parroquial de la pequeña población que allí se asentó hasta principios del siglo XX.
Primero nos detuvimos ante su portada y crismón.
Ya dentro nos sorprendió la amplitud de la nave y la profundidad del arco triunfal.
Su luminoso ábside.
Sus capiteles.
Las cruces de consagración.
Sus puertas laterales a tan distintos niveles.
Hablamos de sus características.
Y pasamos a centrarnos en el maravilloso coro mudéjar.
Con sus blasones y decoración de arabescos y entrelazos.
Sus representaciones de animales.
O humanas.
Fuera seguía haciendo fresco, pero el paisaje estaba increíble. Tanto hacia el desfiladero de Olvena.
Como hacia Barasona.
Hacia el Pirineo.
O al cercano Lumbierres.
Hubo tiempo para recorrer el lugar con calma, para catar las provisiones de aquellos que habían traído, para tomar fotografías y para compartir impresiones.
Antes de regresar las fotos de grupo, aunque algunos ya se habían dispersado.
A La Puebla de nuevo y a completar la mañana en la colección botánica de José Noguera, que nos mostró sus plantas y nos explicó las propiedades de algunas de elllas.
En resumen, una buena jornada y a esperar la próxima salida.