San Martín de Castañeda
Del antiguo monasterio de San Martín de Castañeda, que llegó a dominar todo el Valle de Sanabria, tan sólo han llegado hasta nosotros la iglesia románica y pequeños restos del claustro y de la hospedería.
La iglesia es de tres naves, divididas en cuatros tramos cada una que desembocan en un transepto, señalizado exteriormente tanto en planta como en alzado. La cabecera consta de tres ábsides semicirculares, notoriamente mayor el central.
El grosor de sus muros hace prácticamente innecesaria la presencia de contrafuertes.
Los tres ábsides se alzan sobre un marcado zócalo desde el que nacen las semicolumnas que dividen cada ábside en paños, cinco en el central y tres en cada uno de los laterales.
En el ábside central se abren tres ventanas de medio punto enmarcadas por dos arquivoltas sobre columnitas con los capiteles esculpidos.
Los ábsides laterales tienen sólo una ventana y ésta consta de una sola arquivolta.



Prolonga la cabecera una capilla gótica añadida.
En la fachada norte destaca la parte del transepto, que forma cuatro cuerpos. El segundo de ellos lo recorre una serie de arcos lanceados muy peraltados sobre columnas con capiteles vegetales.

Probablemente la fachcada sur en origen tendría la misma configuración, pero el añadido de los claustros y otras dependencias la debieron hacer desaparecer.
La iglesia conserva tres portadas. La principal, por la cual se accede al templo, se halla en la fachada occidental. Este muro lo enmarcan dos contrafuertes y lo corona una espadaña dieciochesca. Bajo la espadaña hay un rosetón decorado con puntas de diamante.
La portada fue rehecha en el año 1571, tal como consta en la inscripción que la rodea. Los añadidos al arco original son típicamente renacentistas. Se le añadió un relieve de San Martín en el tímpano.
Junto a la portada está empotrada la lápida fundacional con la fecha de 959 de la era hispánica, o sea 921.
En el muro sur hay otras dos portadas. La situada en el tramo más próximo al transepto comunicaba la iglesia con el claustro, y está constituida por cuatro arquivoltas de medio punto sobre columnas con capiteles vegetales.
La otra portada, más sencilla, está actualmente tabicada.
El claustro del siglo XVI, se hallaba al sur y desapareció prácticamente tras la desamortización siendo sus sillares empleados en las construcciones de los alrededores. Se ven sus restos en los muros de la capilla gótica añadida.
El interior de la iglesia resalta por la notoria austeridad ornamental.
Las tres naves están divididas en cuatro tramos. Los arcos formeros y fajones, levemente apuntados, descansan sobre semicolumnas adosadas a gruesos pilares. La nave central se cubre con bóveda de cañón.
En la nave central para ganar espacio los arcos descansan sobre ménsulas situadas encima de la línea de imposta.
Las naves laterales se cubren en unos tramos con bóvedas de crucería y en otros con bóvedas de arista, siendo difícil distinguir cuales son originales y cuales fruto de restauraciones.
El transepto no sobresale en exceso.
Los ábsides se cubren con bóvedas de cuarto de esfera y el tramo que los precede con bóvedas de cañón.



La decoración escultórica tanto al interior como al exterior, es muy sencilla, muy cisterciense.
Esta simplicidad hace destacar aún más al robustez de los pilares.
En las basas junto a las molduras únicamente aparece algún elemento vegetal.
Los capiteles son también austeros.
En algunos hay representaciones animales o humanas muy simples y sin ninguna intención narrativa.
En los escaso canecillos esculpidos que hay al norte los rostros son poco detallados, también en parte por la dificultad de talla que entraña el granito.
El aparejo es de sillares de granito con algunas hiladas de pizarra perfectamente escuadrados. Abundan las marcas de cantero si bien la dureza del granito hace que parezcan mal grabadas en muchos casos.
Hay quienes creen que en este lugar ya hubo un cenobio de época visigótica.
Tras la reconquista, a fines del IX o principios del X llegaría aquí el abad Martín acompañado de varios monjes de San Cebrián de Mazote en busca de nuevos recursos debido a la catastrófica sequía que asolaba la meseta y debieron fundar el monasterio. Desde entonces la pesca se convirtió en el recurso básico de este lugar. Poco después llegaron monjes mozárabes que lo reconstruyeron tal como se lee en la lápida fundacional.
Después se carece de datos sobre el lugar hasta 1150 en que por iniciativa del Rey Alfonso VII se reconstruye y pasa después a depender del cenobio leonés de Carracedo.
En el año de 1207 se incorporó a la orden del Císter.
El período de mayor esplendor fue durante los siglos XIII y XIV.
Con la Desamortización de Mendizábal se arruinó rápidamente quedando la iglesia como parroquia de la localidad.
En 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico.
Qué buen paseo me has dado por esta iglesia que desconocía y mira que me gusta la zona…
Muchas gracias.
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