La antigua colegiata de San Víctor y Santa Corona recibe a veces el nombre de la catedral del «marais», debido a su tamaño y a su situación en una antigua zona pantanosa. Fue fundada en el siglo XI por Guillermo VI de Aquitania, conde de Auvernia
La iglesia llama la atención por estar compuesta por dos mitades completamente diferentes, una románica, del siglo XII, y una gótica, del XIII. No sólo diferentes en su estructura arquitectónica sino también por la piedra utilizada en cada parte.
La zona románica, al oeste, está realizada con arcosa (una arenisca de color claro), y la zona gótica, al este, con lava (andesita o piedra de Volvic).
En la fachada oeste se halla la portada principal de arco de medio punto, decorada con mosaicos. En toda la fachada se juega con tonalidades distintas de la arcosa, aunque la mayor parte se deba a la restauración decimonónica.
La nave central, pese a sus no excesivas dimensiones, da una gran sensación de monumentalidad. Su bóveda es de cañón.
Las estrechas naves laterales se cubren con bóvedas de arista.

Sobre el crucero se alza una cúpula sobre trompas.
La cual sirve de base al campanario, medio tapado por la cabecera gótica.
Triforio y tribunas coronan la nave central románica.
El programa decorativo de la parte románica destaca por sus capiteles. El más conocido es el del avaro o usurero, tema constante en el románico auvernés. Con la bolsa al cuello y una olla llena de monedas a sus pies (símbolos de su pecado) es sostenido por dos demonios.
Hay otros capiteles historiados como éste con hombres recogiendo frutos.
O éste con sirenas.
También hay varios con decoración vegetal.
Los muros del coro gótico son mucho más oscuros debido a la lava. El coro tiene deambulatorio con cinco capillas radiales.
En el primer tramo de la nave lateral sur un fresco de 1405 representa el Juicio Final.
Otro fresco (éste de 1420) representa el encuentro entre tres vivos y tres muertos.
En el exterior de la cabecera gótica resalta aún más el color negro de la lava.