En un paisaje espectacular se esconde Orcival y su iglesia dedicada a la Virgen.
Vale la pena dejar el coche en la carretera y descender hacia el pueblo y la iglesia a pie.
Para construir la iglesia donde está tuvieron que desviar el río y cortar la montaña, pero así, según la leyenda, lo quiso la Virgen, que pidió: “allí donde caiga el martillo lanzado por un albañil, allí se edificará mi iglesia”. En el siglo XII pasaban estas cosas.
Una serie de volúmnes superpuestos formados por el coro y las capillas radiales, que engloban también la cripta, se elevan hasta el campanario acabado en dos cuerpos octogonales en los cuales se abren ventanas geminadas.
La decoración es escasa y repetitiva. Los habituales canecillos de rollos sostienen todos los aleros.
Se accede al interior por la portada abierta en el transepto sur. Junto a ella cuelgan del muro cadenas y grilletes, ofrendas de cautivos a la Virgen por su liberación (los “Fers” que dan nombre a la Virgen).
La puerta, al igual que la otra, situada en el mismo muro hacia los pies, conserva los herrajes de época románica.
En el interior llama la atención la desnudez de la arquitectura como en el resto de iglesias del mismo grupo.
La mirada se dirige hacia el coro inundado de luz.
Sobre el crucero se eleva una cúpula sobre trompas.
En el deambulatorio las capillas radiales forman un conjunto absolutamente armónico.
Hay capiteles esculpidos. De tipo vegetal.
Con temas mitológicos. Centauros.
De luchas.
O con los motivos auverneses. Grifos bebiendo en una copa.
O portadores de corderos.
De todos modos el mayor atractivo de la iglesia es la talla de la Virgen, situada tras el altar mayor. Excepto en cara y manos está recubierta de plata y plata dorada.
Se saca la Virgen en procesión el jueves de la Ascensión (no se celebra el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen, para no coincidir con los festejos de Le-Puy-en-Velay). Al acontecimiento acuden miles de pergrinos.
La cripta reproduce la planta de la iglesia superior. Goza de una claridad no habitual.
El altar es una obra en plomo dorado del escultor Kaeppelin, fallecido hace pocos años.