En la localidad auvernesa de Saint-Saturnin la iglesia de Notre-Dame se sitúa en el punto más elevado y es visible desde todo el pueblo.
Se accede a ella a través de calles de auténtico sabor medieval. Algunas con nombres tan significativos como este callejón del Infierno.
La iglesia tiene aspecto de fortaleza vista desde el oeste.
El deambulatorio que rodea el ábside muestra la particularidad entre los santuarios mayores de Auvernia de no tener capillas radiales. La decoración juega con los distintos colores de la piedra formando una faja de rosas estrelladas bajo la cornisa del ábside.
El campanario es el único que puede ser considerado original de todo el grupo y ha servido de modelo para la reconstrucción de otros como el de Saint-Nectaire.
Entre los canecillos predominan los habituales de rollos.
La portada, a poniente, es muy austera, dovelada con una sola arcuación.
El interior es proporcionado y armonioso, presentando alguna particularidad como los agujeros que comunican con la cripta y permitían ver las luces que iluminaban las reliquias.
Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista.
En el coro, el altar procede del vecino castillo.
En la iglesia hay una talla románica de la Virgen, de finales del XII, muy restaurada y modificada en el siglo XVIII.
Los capiteles muestran casi todos decoración vegatal, aunque hay alguno historiado como éste con grifos bebiendo, tema muy auvernés.
O éste con rostros entre el follaje.
La cripta reproduce la planta del coro y está sostenida por robustas columnas y capiteles sin decoración.
Una Piedad de finales del siglo XIV la preside.
A título de curiosidad la iglesia recuerda el culto a San Verny, patrón de vendimiadores, enólogos y, por extensión, amantes del vino en general.
Tras el ábside se levantan los restos de la capilla de Santa Magdalena, muy anterior a Notre-Dame.