Día seis de abril de 2014. Auténtico día primaveral. Salida desde Huesca en dirección a Peñafiel.
Llegada a Peñafiel a la hora de la comida, Posterior subida a la habitación, colocación del equipaje y breve aseo y descanso.
Dado el lugar el hotel no podía tener nombre más adecuado: «Ribera del Duero».
Y la vista de la habitación tampoco podía ser mejor: el castillo.
Pasear por un pueblo con río es siempre una delicia. y si además el entorno está cuidado el resultado es inefable.
La silueta del castillo, omnipresente.
La iglesia de Santa María con su interior transformado en museo estaba cerrada.

Uno de los lugares más peculiares y atractivos de Peñafiel es la plaza del Coso. Aún en la actualidad sirve para la celebración de festejos taurinos y de otra índole. El suelo de arena y el aspecto tradicional de las casas con sus portales-burladero y sus balcones, sobre los cuales aún existe el multisecular derecho de vistas, te retrotraen en el tiempo.
Muy cerca están la iglesia y convento de San Pablo, mandado construir por el infante Don Juan Manuel, nieto de Fernando III y sobrino de Alfonso X, además de reconocido escritor.
Lo más relevante de la iglesia de San Pablo es el ábside gótico-mudéjar.
Y, en el interior, la capilla de los Manuel, plateresca, que hizo construir Don Juan Manuel de Villena, bisnieto del Infante Don Juan Manuel, arriba mencionado, y que contiene su sepulcro.
El antiguo convento de Santa Clara está ahora convertido en hotel.


El castillo, espectacular navío silueteado sobre el horizonte, es de todos modos el atractivo principal de la villa.
Bajo él se abren muchas lucernas (chimeneas-respiradero de las bodegas).
A madrugar el lunes para dirigirnos a Palencia. Paramos detrás de la catedral, «la bella desconocida» como popularmente se la conoce. A aquella hora la plaza de la Inmaculada estaba aún vacía.
La catedral desde fuera no deja imaginar el magnífico interior. De ahí su denominación popular.
Pese a ello, merece la pena detenerse ante la portada del Obispo, la más decorada de todas las puertas.
El interior es sorprendente con unas maravillosas bóvedas.
Espléndidos retablos decoran sus capillas. La mayoría de esculturas del de la Capilla Mayor son obra de Felipe Vigrarny y algunas de Alejo de Vahía.

La imagen barroca de San Antolín que lo preside es obra de Gregorio Fernández.

La capilla del Sagrario fue antes capilla Mayor. Su retablo, obra mayoritariamente de Juan Ortiz el Viejo.

Lo preside una talla policromada de la Virgen, del siglo XIII.
Obra destacada de las muchas que contiene la catedral es el famoso Cristo de las Batallas, del siglo XIV, cuya cabeza ya típicamente renacentista algunos ven como un añadido al cuerpo gótico.

En el trascoro se abre la entrada a la cripta. El retablo pétreo es obra de principios del XVI. En el centro el políptico de los Siete Dolores de la Virgen de Jan Joest es una de las obras maestras de la pintura flamenca en España.
La cripta consta de dos partes. Una primera románica (o prerrománica) cubierta con bóveda de cañón reforzada por arcos fajones.
Y una segunda, al fondo, visigótica, mandada construir por el rey Wamba. En ella hay arcos de herradura y capiteles cuyos cimacios muestran decoración propia de la época.
En el claustro y la sala capitular se halla el museo catedralicio con destacadas obras como la Santa Ana Triple de Alejo de Vahía.
O el Descendimiento de Felipe Vigarny.
Junto a obras de autores anónimos como esta encantadora Virgen con Niño y San Miguel del primer gótico.
Antes de dejar la catedral no faltó un vistazo al popular Papamoscas con el negro que abre y cierra la boca mientras el soldado y el león marcan cuartos y horas.
A toda velocidad, por la escasez de tiempo nos dirigimos al Parque Huerta de Guadián a tomar unas fotos de la bonita iglesia románica de San Juan Bautista. Esta iglesia estaba situada en la localidad de Villanueva del Río y, antes de que fuese anegada por las aguas del embalse de Aguilar de Campoo, fue trasladada piedra a piedra y rehecha en su actual emplazamiento
Aún pudimos echar un vistazo a la iglesia de San Lázaro.

Y relajarnos un poco en la Plaza Mayor tras la intensa mañana.

El Cristo del Otero nos despedía al emprender ruta hacia el norte.
Comimos en Frómista antes de visitar San Martín.
De San Martín de Frómista poco se puede decir ya. Símbolo principal del románico del Camino de Santiago, pese a su tal vez exagerada reconstrucción de fines del siglo XIX y principios del XX.
Su planta es basilical de tres naves y tres ábsides semicirculares.
Todas las ventanas de sus ábsides (tres en el central y dos en los laterales) están decoradas. En alguno de los capiteles con figuras explícitamente impúdicas.

Bajo todo los aleros hay multitud de canecillos de temática muy diversa, algunos inventados en la reconstrucción antes citada.
En el interior lo más relevante son los capiteles de las columnas. Varios de ellos historiados. Unos con significado dudoso.
O bien explícitos como el siguiente referente al pecado original.
Otros con aves.
Otros con decoración vegetal.
También los hay que combinan dicha decoración con bolas, volutas, rostros y animales.
O con nudos salomónicos.
Junto al ábside norte se muestra una maqueta de cómo era la iglesia antes de la restauración.
La iglesia gótico-renacentista de San Pedro estaba cerrada.
De Frómista a la cercana Villalcázar de Sirga siguiendo el camino de Santiago.
Villalcázar fue sede de una encomienda templaria y la iglesia de principios del gótico de Santa María la Blanca es lo que ha permanecido.
Al sur una larga escalinata conduce al altísimo pórtico que cobija la portada, lo más interesante de la iglesia.
Las cinco arquivoltas de la portada están completamente decoradas con multitud de personajes.
Sobre la portada hay un doble friso. En el inferior se representa la Epifanía y la Anunciación a la derecha.
El friso superior lo centra el Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos. Curiosamente el toro de San Lucas parece más bien un cerdito.
El interior es de tres naves cubiertas con bóvedas de crucería muy primitivas.

El retablo Mayor es de principios del XVI y ha sido muy modificado.
Las tallas del Calvario que lo corona son de alrededor de 1300.
En la capilla de Santiago, añadida al sur, alberga tres extraordinarios sepulcros góticos policromados, perteneciente uno de ellos a Felipe de Suabia, hijo de Fernando III.
En la misma capilla se guarda la denominada Virgen de las Cantigas, milagrosa imagen cuyos milagros narra Alfonso X.
Como curiosidad hay una trampilla en la nave norte, que debe dar a alguna corriente subterránea o a algún osario, pero que la imaginación popular con la cada vez mayor tendencia a identificar templarios con magias y poderes sobrenaturales ha hecho puerta para algún pasadizo secreto y también como conexión con fuerzas telúricas que impregnarían de magnetismos parafísicas el entorno.
En Villalcázar dimos por finalizada la jornada. Regreso al hotel y a descansar.
Mayor madrugón el martes y hacia Zamora. Llegar y a la catedral.
El Duero lucía espléndido en un día luminoso.
Antes de entrar en la catedral un vistazo a la llamada Casa del Cid
Y a la portada del Obispo, única que subsiste de las tres originales.

Rodeamos la catedral para entrar por el norte que es el acceso actual.
Pero antes aún me dio tiempo a tomar una foto del cimborrio, pieza muy original que se imitó luego en Salamanca y Toro, que con alguna otra forman un conjunto de iglesias con cúpula único en España.

Iniciamos la visita por el claustro que da acceso al museo con una gran colección de obras, como las siguientes tallas de Juan de Montejo de alrededor de 1600.

O la custodia de Pablo de Ávila, de principios del XVI.

La colección de lipsanotecas es amplia y variada en estilos y épocas
La renacentista Virgen con el Niño y San Juanito es de mármol de Carrara.

Y en le interior de la catedral es muy interesante el retablo del ábside norte, presidido por la denominada Virgen Calva debido a su despejada frente.

El Altar del Monumento en plata se puede contemplar en la capilla de San Ildefonso.

La capilla de San Juan Evangelista la preside un retablo renacentista y en ella está la pila bautismal.

Una de las imágenes que cuenta con más devoción en Zamora es el denominado Cristo de las Injurias.

Tras una breve ojeada al castillo.

Y a la iglesia de San Isidoro, de origen románico, pero muy transformada.

Nos detuvimos en la Magdalena.


Para dirigirnos después al Museo de Semana Santa, donde se muestran muchos de los pasos que salen en las procesiones.
Al lado del Museo está la iglesia románica de Santa María la Nueva, que fue incendiada en el siglo XII durante el denominado Motín de la Trucha, que enfrentó a los gremios con la nobleza y que acabó con el incendio de la iglesia cuando en ella se había reunido buena parte de la nobleza de la ciudad.

El motín da también nombre a un bar con buenos vinos y tapas situado junto a la iglesia.
Acabamos la visita de la ciudad en la Plaza Mayor, junto a la iglesia de San Juan de Puerta Nueva.

De regreso paramos a comer en Tordesillas y después dimos un paseo por la villa.



En la Casa del Tratado vimos la colección de maquetas, entre las cuales está la del castillo de Simancas.

En el edifico de al lado hay una exposición de facsímiles de mapas, como el de Juan de la Cosa, cuyo original está en el Museo Naval de Madrid.
El puente sobre el Duero de diez ojos comunica el casco antiguo de la ciudad con la orilla izquierda del río.
Muy cerca del puente se sitúa el monumento al Toro de la Vega. Este festejo taurino con centenares de años de antigüedad ha engendrado desde la segunda mitad del siglo XX muchas polémicas. En 1966 se prohibió la muerte del toro, pero posteriormente volvió a autorizarse.
Todavía quedó tiempo para callejear por Valladolid.




El miércoles fue una mañana tranquila en que la visita era del castillo de Peñafiel.
El castillo más fortaleza militar que palacio conserva el aspecto que tenía en le siglo XV.
Como todos los castillos también tenía sus partes más prosaicas

Las vistas desde el castillo son espectaculares.
La Plaza del Coso se ve perfectamente.

También las bodegas Protos.
Por la tarde otra vez a Valladolid para realizar una visita guiada a la ciudad.
Empezamos en San Pablo.

Su fachada es un auténtico retablo en piedra y alrededor de la portada aparecen multitud de personajes, santos y santas mayoritáriamente relacionados con la orden dominica ya que de los dominicos era el convento y dominico el cardenal Fray Juan de Torquemada (tío del famoso inquisidor) que financió la nueva iglesia.

Al lado de San Pablo está el Colegio de San Gregorio que cuenta con otra fachada en piedra de riquísima ornamentación y en cuyo interior se ubica el Museo Nacional de Escultura.

A la izquierda de la entrada está la capilla de Fray Alonso de Burgos, que pertenecía a la iglesia de San Pablo. en esta capilla se muestra un retablo de Alonso Berruguete, que procede de la iglesia del convento de La Mejorada de Olmedo. A ambos lados tiene las estatuas orantes de los Duques de Lerma
Y a la derecha aparece el Patio de los Estudios con una abundante representación de gárgolas.
Desde el patio se accede a las diversas salas. En las primeras se puede ver las mejores obras manieristas de Alonso Berruguete.
El Retablo Mayor de la iglesia del convento de San Benito el Real aparece desmontado y dividido en dos partes en dos salas distintas.


Entre otras obras de Berruguete, procedentes del mencionado retablo, destacan el retorcido y deformado San Sebastián.

Y el trágico y atormentado Sacrificio de Isaac.

En estas primeras salas se encuentra también un retablo dedicado a la Virgen de autor anónimo, obra flamenca de principios del siglo XVI.

Y una Santa Ana con Virgen y Niño de la misma época.

Probablemente la obra más antigua del Museo sea esta Virgen del siglo XIII.

La premura de tiempo impidió el acceso al resto del museo. ¡Otra vez será! pues ya hace unos años que lo vi entero.
El recorrido por la ciudad tuvo breves paradas. Una de ellas para contemplar el campanario románico de Santa María la Antigua.

Otra en la catedral, básicamente de estilo herreriano y con aspecto siempre de inacabada. el Retablo Mayor es de Juan de Juni.

Atravesamos el Pasaje Gutiérrez.

Para finalizar en la Plaza Mayor frente al monumento a Pedro Ansúrez, repoblador de la ciudad y estrechamente vinculado al condado de Urgel, tutor de Armengol V con quien casó su hija y por tanto abuelo de Armengol VI.

Se acaban los días y aún queda mucho por ver. Hoy empezamos por el románico de Carrión de los Condes.
Carrión nos recibe, como en tantos otros pueblos del camino, con la estatua del peregrino.
A su lado quedan restos de la antigua muralla medieval.
Y a unos metros la iglesia de Santa María de las Victorias o del Camino, que conserva aún su ábside sur románico.
La portada es lo más interesante de la iglesia.
Las tres arquivoltas interiores están decoradas con ajedrezado jaqués. La exterior muestra una gran cantidad de personajes que representan distintos oficios o alegorías de los vicios. También hay figuras demoníacas y animales.
Sobre la portada en un friso aparece la Adoración de los Magos y la conversación de éstos con Herodes.
El interior de la iglesia es de tres naves y ha sido bastante modificado desde su aspecto original.

La imagen más valiosa que conserva el templo es la Virgen de las Victorias o del camino, del siglo XIII, aún con un cierto regusto románico.
Siguiendo la calle (la Rúa) se alcanza la Plaza Mayor.
Más adelante se encuentra la iglesia de Santiago, de cuyo origen románico se conserva poco, entre ello la portada con personajes de diversos gremios medievales representados en la arquivolta figurada.
Y sobre todo el friso situado sobre la portada.
Este friso lo preside el Pantocrátor entre el Tetramorfos.
El interior de la iglesia ha sido convertido en un museo de Arte Sacro.
Junto a obras procedentes de las iglesias de la localidad y lugares cercanos llama la atención un amplio conjunto de matracas y carracas de utilización generalizada en Semana Santa no hace demasiados años.
De Carrión fuimos a la villa romana de La Olmeda situada en el término municipal de Pedrosa de la Vega.
Se trata de una inmensa vivienda peristilada,básicamente del siglo IV, que debió ser centro de una importante explotación agraria.
Lo más llamativo son sus mosaicos, conservados «in situ» en una gran extensión.
Muchos son geométricos.
Pero en la sala principal hay representaciones figuradas mitológicas y con escenas de caza de inusitado realismo.
La lucha entre el jabalí y los perros es excepcional.
En el león se aprecia el buen conocimiento que de su anatomía se tenía.
Como toda villa que se preciase contaba también con sus termas.
Ese día comimos de nuevo en Frómista.
En el pueblo hay un museo etnográfico, que el propietario tuvo la amabilidad de abrirnos y mostrarnos. Una abigarrada colección de objetos nos devuelve al pasado, a sus oficios y a su vida cotidiana.
La última visita del día fue para el Real Monasterio de Santa Clara en Astudillo, que tiene una iglesia gótico-mudéjar.
Y conserva interesantes yeserías y artesonados como el siguiente.
Además de algunas obras de arte con las que se ha creado un pequeño museo.
Entre ellas esta cruz de plata esmaltada en añil del siglo XIV.
Y no es lo menos interesante del convento la repostería en la cual las monjas son maestras.
El último día ya no salimos de Peñafiel y antes de regresar aprovechamos la mañana visitando las bodegas Protos.
La parte moderna es obra del arquitecto Richard Rogers en colaboración con Alonso Balaguer y Arquitectos Asociados.
El acero, el vidrio y la madera no dejan lugar a decoraciones superfluas que hagan olvidar la función básica de la bodega como ocurre en muchas otras.
Lógicamente acabamos con una cata del tinto tradicional elaborado íntegramente con uva tempranillo y del blanco de denominación de origen Rueda que elaboran desde hace unos años
A continuación pudimos aún ver el Museo de Arte Sacro instalado en la iglesia de Santa María.

Entre la cantidad de obras procedentes de iglesias de Peñafiel y poblaciones cercans se encuentra una Virgen en madera del siglo XIV
O esta otra en piedra, románica del XII.
Hay también un Cristo gótico.
Y varios retablos como el siguiente atribuido a Juan Ortiz el Viejo.
Es muy amplia la colección de cruces procesionales como la siguiente del siglo XVI.
Un vinito, la tapita, a comer y regreso a Huesca.