Lascuarre es una población de larga historia. Conquistada por Sancho el Mayor de Pamplona, su castillo e iglesias son mencionados en 1040. Consolidado el dominio cristiano en época de Ramiro I, jugó un importante papel en la reconquista de los territorios más meridionales aún entonces en poder musulmán.
Más tarde, en la Baja Edad Media, fue el centro de la denominada baronía de los Cuatro Castillos, perteneciente a los Castro. Los otros castillos eran Luzás, Laguarres y Juseu.
El castillo ha desaparecido por completo, pero sus empinadas calles, pasadizos cubiertos y casas blasonadas siguen siendo un testimonio vivo de su interesante pasado.
Tuvo también Lascuarre una intensa vida religiosa de la que sí se conservan muchos edificios de mayor o menor monumentalidad, por los cuales vamos a hacer un repaso.
Las iglesia parroquial, dedicada a la Inmaculada Concepción, se sitúa en la parte alta de la población, probablemente donde también debió haber el castillo. Es de estilo gótico aragonés del siglo XVI, que combina elementos góticos y renacentistas. Su ábside poligonal es sostenido por contrafuertes. Una galería de ventanas en ladrillo, muy propia del renacimiento aragonés de esta zona, recorre el frontis y los muros laterales. La iglesia guarda un gran parecido con las iglesias de Laguarres y Castigaleu, contemporáneas de ésta.
Es de una sola nave cubierta con bóvedas de crucería. A cada lado de la nave se abren cuatro capillas separadas por pilastras y cubiertas con bóvedas de crucería.
De estas capillas la que tiene la bóveda más elaborada, aunque hayan desaparecido de ella las claves, es la más cercana a los pies del muro de lado de la epístola.
En la segunda capilla sur contando desde la entrada hay un Cristo antiguo, donado por una vecina.
En el presbiterio está al sur la sacristía y al norte otra capilla, ésta con bóveda de cañón.
Entre esta capilla y la primera de la nave se halla la pila bautismal cuadrangular de estilo renacentista.
Al oeste está la puerta, protegida por un pórtico de acceso.
El pórtico se cubre con una bóveda estrellada con decoración floral en las claves. La puerta es de arco de medio punto con una cartela en la clave. El intradós está decorado con paneles florales. Las jambas muestran en su cara frontal seis rostros alados cada una. En la cara interior de cada jamba hay un rostro similar sobre una armadura y un casco. La puerta está enmarcada por dos columnas estriadas de capitel corintio a cada lado y bajo un frontón triangular. En el pedestal de las columnas interiores hay grabadas calaveras y debajo cráteras.
En el dintel se lee: “Santa María Virgen Madre de Dios rogad por nosotros”, y a ambos lados hace referencia a las fechas de principio y finalización de las obras, 1552 y 1556.
El campanario de torre con escalera de caracol de acceso, que se inicia a la izquierda de la entrada. Lo componen dos cuerpos separados por una amplia cornisa. El primer cuerpo es cuadrangular y el segundo octogonal con ventanas de medio punto. Sobre las ventanas de medio punto una terraza da la vuelta al campanario y sobre ella se abren cuatro ventanas cuadrangulares. En los ángulos del campanario hay semitorres cilíndricas, de las cuales la que alberga la escalera, situada al sudoeste, sube hasta arriba.
Al norte de la iglesia estaba la casa-abadía, en ruinas hacía años.
Frente a la puerta se levanta una esbelta cruz, que en un letrero recuerda la Santa Misión de 1898.
Al final de la explanada que se extiende al este de la iglesia parroquial se halla San Martín, actualmente capilla del cementerio.
Se trata de una pequeña iglesia de una nave ligeramente trapezoidal con bóveda de cañón algo apuntada. La bóveda es más estrecha que los muros laterales, formando el muro una amplia repisa en el lugar de arranque de la bóveda, lo que podría indicar que la bóveda actual sustituyó a otra anterior.
El ábside es semicircular y se cubre con bóveda de cuarto de esfera. Está precedido por un estrecho arco apuntado. En el centro se abre una ventana tapiada de arco de medio punto de doble derrame.
Portada original al sur, de arco de medio punto, dovelada, que había estado protegida por un pórtico desaparecido, reconocible por los rústicos modillones que sostenían su cubierta. Las jambas de la izquierda -desde el exterior- han sido rehechas, las de la derecha están formadas con sillares punteados en uno de los cuales hay una cruz grabada.
La puerta actual, renacentista, está al oeste.
En la explanada que se extiende entre San Martín y el pueblo se celebra cada año en noviembre la tradicional y muy concurrida feria de San Martín.
En el interior del pueblo aún hay otra capilla, aunque ya sin culto. Se trata de la capilla de Casa Baltesá, adjunta a la casa y fechable en el siglo XVII.
En dirección norte, a escasa distancia de la población, encontramos las ruinas de Nuestra Señora de la Piedad, llamda también “El Convent”.
Iglesia formada por una gran nave con dos capillas laterales a cada lado y un ábside poligonal orientado al nordeste.
El interior estaba completamente revocado y pintado, decorado con falsas impostas, pilastras y capiteles, realizados con yeso, todo muy propio del siglo XVIII.
Conservaba un sillar con una cruz patada grabada, que en 2003 fue trasladado a la iglesia parroquial.
Fue sede de un convento de los padres trinitarios fundado en 1599.
Hasta 1977 se iba en romería el 8 de setiembre.
Hacia el oeste de la población, junto a unas granjas quedan los restos de la iglesia de origen románico de la Santa Cruz, merecedora de un mejor destino.
De una nave y un ábside semicircular, únicamente en su cabecera es perfectamente reconocible el aparejo original, quedando en pie parte de la base del ábside en su lado norte, la base del arco presbiterial que lo precedía y restos de una capilla vaciada en el muro.
El resto de los muros nos llevan ya a época renacentista.
Así como la portada de medio punto de grandes dovelas situada a poniente.
En dirección a Roda de Isábena se halla la deshabitada aldea de Salanova. Perteneciente a ella junto a la carretera está la pequeña ermita de San Macario.
Consta de una pequeña nave cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada y un ábside semicircular con bóveda de cuarto de esfera.
El ábside se muestra medio enterrado por la subida del nivel del suelo, posiblemente durante la realización de la pista que pasa por detrás.
El aparejo es rústico y colocado en hileras, pero hay algunas piedras bien trabajadas y punteadas en los ángulos y también algunas en la fachada y en el muro norte. Probablemente procedan de un edificio mayor, que bien pudiera haber estado en las ruinas que ahora se conocen como San Macario Viejo.
San Macario Viejo se sitúa doscientos metros al sudeste de la anterior. Es un edificio que ha estado muy transformado y fue incluso convertido en cabaña.
Pero la hornacina al fondo y el ara de altar por el suelo confirman el uso religioso del lugar.
Otra capilla se encuentra en la aldea La Mora-Mariñós. Esta aldea estaba formada por tres casas, siendo Casa Mariñós la última en permanecer habitada.
La capilla está dedicada a San Pedro Apóstol. Es un edificio de una nave orientada al este y cabecera poligonal.
La bóveda es de cañón, notoriamente apuntada.
A los pies de la sierra de la Mellera, en las proximidades de la Cuadra Queu, está Nuestra Señora de la Mellera, que algunos identifican con San Chust, capilla que fue de un antiguo monasterio y cuyos restos se hallan mucho más arriba, en la sierra, en las proximidades del castillo de la Mellera.
Está bien cuidada y restaurada con esmero, si bien con criterios como mínimo discutibles.
Es de una nave cubierta con bóveda de cañón apuntada.
Y encabezada por un ábside poligonal orientado al este.
Al lado de la pista que se dirige a Luzás aún encontramos otra ermita considerada románica, la de San Vicente. Ha perdido la bóveda, pero conserva su ábside semicircular.
En el aparejo aparecen cantoneras y algún sillar punteado, lo que nos alejaría de su romanicidad. Creo que es una muestra más de la supervivencia de formas románicas en la arquitectura popular más allá de su época.
El núcleo de Sagarras Altas pertenece al municipio de Lascuarre y tiene también una capilla de origen románico: Santa Lucía, de una nave encabezada por un ábside semicircular.
Finalizadas las iglesias, capillas y ermitas vamos a recorrer una forma de religiosidad popular muy frecuente en estas tierras: los pilarets.
Los pilarets o peirones son sencillas construcciones, por lo general prismáticas, destinadas a albergar una hornacina con alguna Virgen o Santo. Pueden aparece sobre cabañeras, en cruces de caminos, recordando ermitas desaparecidas o en cualquier lugar levantados en acción de gracias por algún favor recibido.
En Lascuarre hay los siguientes:
San Gregorio, cerca de la carretera de Lascuarre.
San Antolí antiguo. En medio de un campo, al sur de la población.
San Antolí nuevo. Al este del antiguo, no muy lejos. En una placa debajo de la hornacina se lee: “YA TE HABÍAN OLVIDADO/ SANTO SANTO SANTANTOLÍ/ GRACIAS A JOAQUÍN RIVERA PAC/ QUE DE TI SE HA RECORDADO”. El dos de setiembre acoge aún una romería.
San Vicente. Sobre un muro lateral de la ermita de San Vicente.
San Felipe y San Jaime. En el cerro situado sobre la aldea La Mora-Mariñós.
San Pedro Mártir. En la proximidad de Segarras Bajas.
Y por último San Marc de la Ternuda. Estoy pendiente de visitarlo un día de estos. Hoy en día es prácticamente inaccesible desde Lascuarre -hay que ir desde el sur-, pero antes acogía una romería el 25 de abril.
San Antolí cae debajo suyo y un dicho popular recuerda un diálogo entre ambos pilarets: “”Sant Marc le diva a Sant Antolí. “puya-te’n cap aquí dalt que no estaràs tant engolfat, que passa més la brochina i mus veràs milló tot”. A lo que Sant Antolí le va contestà: “el que està bé que no se moga, que el que busca mal llego el troba””.