Segunda salida del año con Mundo Senior. Ésta desde Lérida. Destino, Valladolid.
Pese a las amenazas meteorológicas, el tiempo no era malo. Paramos a comer en el parque de La Grajera, junto a Logroño mientras lucía un buen sol.
Por la tarde al llegar a Pancorbo empezamos a ver nieve en los montes.
Y en los campos, pero antes de Burgos ya desapareció.
A Valladolid llegamos ya de noche. Corto paseo y al hotel.
Situado muy céntrico, pronto lo abandonamos por la mañana.
E iniciamos una visita guíada a la ciudad. Empezamos en San Pablo y su espléndida fachada.
En una esquina de la plaza llama enseguida la atención la ventana angular del palacio de los Pimentel.
A pocos pasos San Gregorio, que alberga el Museo Nacional de Escultura, cuya detenida visita nosotros la dejamos para la tarde.
Enfrente, el palacio del Marqués de Villena expone un interesante Belén napolitano. Excelentes figuras que, en mi opinión, podrían iluminarse y colocarse mejor.
Seguimos con el paseo por la ciudad.


En una capilla lateral admiramos la imagen de Juan de Juni conocida como la Virgen de los Cuchillos.

En la plaza posterior se halla Santa María de la Antigua con su campanario románico del siglo XII.
Enfrente pueden verse las ruinas de la antigua Colegiata de Santa María.
El monumento a Cervantes, tan vinculado a Valladolid, centra la plaza.
En la que al otro lado aparece la antigua Universidad.
Y en el otro extremo la inacabada catedral con su fachada neoclásica.
El retablo Mayor es también obra de Juan de Juni y procede de Santa María de la Antigua.
Nos dirigimos luego hacia la Plaza Mayor.
En la Plaza finalizamos la visita.
Despidiéndose el guía frente al monumento de Pedro Ansúrez, señor y promotor de la ciudad y suegro, abuelo y bisabuelo de los condes de Urgel Ermengol V, Ermengol VI y Ermengol VII, respectivamente.
Como aún había tiempo hasta la hora de comer decidimos aprovecharlo volviendo a la catedral para ver el Museo Diocesano.
No es demasiado grande, pero el contenido merece la pena. Al poco de entrar aparecen el Ecce Homo y Virgen dolorosa de Pedro de Mena (1673).
Además de las piezas tampoco carecen de interés por sí mismas las capillas pertenecientes a la antigua Colegiata medieval donde se ubican.
De finales del XV o principios del XVI es el Llanto sobre el Cristo Muerto, obra del denominado Maestro de San Pablo de la Moraleja.
Ya de la segunda mitad del siglo XVI es este Descendimiento, obra del escultor Juan Picardo (escultura) y de Luís Vélez, autor de la policromía.
Al finalizar el recorrido por las capillas da la sensación de haber sido corto.
Regresamos al hotel acercándonos al Pasaje Gutiérrez.
Y a la torre románica de San Martín, tan parecida a la de Santa María de la Antigua.
La tarde la dedicamos al Museo Nacional de Escultura, que habíamos visto poco y precipitadamente por la mañana.
Empezamos por la capilla funeraria de Alonso de Burgos. La preside un retablo de Alonso Berruguete procedente de la Mejorada de Olmedo.
A ambos lados están las estatuas de los Duques de Lerma, modeladas por Pompeo Leoni y fundidas en bronce por el orfebre Juan de Arfe, tan conocido por sus custodias.
Pasamos de la capilla al claustro gótico-plateresco.
En él destacan sus espectacularees gárgolas.
En la planta baja, en diversas salas, se muestra desmontado el retablo de San Benito, trasladado de la iglesia de su mismo nombre tras la desamortización.
La parte inferior está centrada por la figura de San Benito.
La superior por la Inmaculada.
Dos de las figuras más relevantes del retablo son las imágnes de San Sebastián, ejemplo claro de ese manierismo tan particularmente suyo.
Y del sacrificio de Isaac. en ambas queda claro la profunda huella que dejaron en él Donatello y Miguel Ángel cuya obra conoció en su viaje a Italia.
Juan de Juni está también muy bien representado en el Museo con obras como el entierro de Cristo.
La visita al museo se prolonga por la segunda planta donde el claustro ya es plenamente plateresco.
Allí se hallan algunas de las mejores obras de la escultura hispánica como la Piedad de Gregorio Fernández (1616).
Y la Magdalena Penitente de Pedro de Mena (1669), tantas veces reproducida como emblema del museo.
Aún tuvimos tiempo para acercarnos a la monumental iglesia de San Benito para poderla imaginar con el Retablo de Berruguete y la sillería que se hallan hoy en el Museo Nacional de Escultura.
Pasamos por la plaza de la Rinconada con su fuente de los Colosos.
Y acabamos en la Plaza Mayor y sus aledañas calles comerciales.
Al día siguiente dejámos Valladolid en dirección a Medina del Campo. al cruzar el Pisuerga parecía que tendríamos buen día y así fue.
La gran Plaza Mayor es el centro de la vida ciudadana.
Su edificio más emblemático es la Colegiata de San Antolín.
Pronto subimos hacia el castillo de La Mota, objetivo básico de la visita. Se trata de uno de los castillos más vistosos de España.
Iniciamos el recorrido del castillo en los restos arqueológicos de época prehistórica ubicados en la misma colina.
Continuamos siguiendo la muralla medieval, anterior a la actual fortaleza.
Tuvimos suerte con la guía, preparada y con ilusión lo que por desgracia no es tan habitual como debiera.
Cruzamos el puente levadizo y penetramos en el interior.
Descendimos a los subterráneos y las mazmorras.
El patio central es fruto de la reconstrucción realizada tras la guerra civil para ubicar en el castillo el centro de formación de la Sección Femenina.
De la misma época es la capilla.
Después de comer a Coca. Un castillo curiosamente no situado sobre ningún promontorio. Es una bellísima obra gótico-mudéjar del siglo XV. Como el de La Mota realizado en ladrillo y no en piedra, escasa en la zona.
En su parte baja se ha instalado una pèqueña capilla en la que se guardan una Virgen gótica.
Y otra románica tardía. Ambas de ignorada procedencia.
En Coca se puede acceder a la torre, lo que se hace desde la capilla. El acceso permite ver distintas perspectivas del propio castillo y de los alrededores.
Llegados arriba se vislumbra bien la población.
Entre las casas se eleva la torre románica de la desaparecida iglesia de San Nicolás.
Ese día no acabamos aún con los castillos. Todavía nos quedaba el de Íscar. Citado ya en el siglo X, conserva algunos restos medievales anteriores a las obras del siglo XV que le dieron el aspecto actual. A diferencia de los anteriores este castillo está construido con buenos sillares de caliza.
Descendimos después hacia Íscar para ir al Museo Mariemma, realizado en recuerdo y homenaje a dicha bailarina, que jugó un destacado papel en la revalorización y puesta al día de la danza española.
A escasa distancia está la actualmente curiosa plaza de toros transformada en local cultural polivalente.
El viernes a Peñafiel. Unos pocos del grupo iban a ver las Bodegas Protos.
Nosotros las conocíamos y fuimos a pasear por la localidad. siempre bajo la silueta inconfundible de su castillo.
La iglesia de Santa María, convertida en Museo de Arte Sacro y que contiene una interesante colección de obras religiosas de toda la comarca, estaba cerrada debido a que las humedades mantiene el suelo permanentemente mojado.
Fuimos luego a San Pablo, iglesia que fue del convento del mismo nombre fundado por el Infante don Juan Manuel, autor, entre otras obras, de El conde Lucanor, y cuyos restos se hallan aquí. Nos detuvimos en principio a contemplar su hermoso cabecera gótico-mudéjar del siglo XIV.
Lo que nos permitió ver la capilla de los Manuel, ricamente decorada en estilo plateresco.
Peñafiel tiene aún más iglesias. San Miguel de Reoyo.
Y la del antiguo convento de Santa Clara, hoy transformado en hotel.
De Peñafiel fuimos a Olmedo. Lástima del poco tiempo que teníamos pues es ciudad para dedicarle por lo menos un día entero. Paseamos a lo largo de sus murallas.
E intentamos ver San Miguel, magnífico ejemplar del románico-mudéjar, construido en ladrillo. Su ábside y muros laterales los contemplamos, pero su interior nos quedó vedado pues estaba cerrrada a cal y canto.
Algunos canecillos han subsitido hasta nuestros días y su estilo nos indica claramente la pertenencia al románico de esta iglesia.
Por el arco de San Miguel nos introdujimos en la población.
Fuimos primero a San Andrés, del mismo estilo que San Miguel.
Esta iglesia en ruinas no se utiliza para el culto sino que ha sido acondicionada como auditorio al aire libre y es como todo Olmedo alojamiento para muchas cigüeñas.
La Plaza Mayor está en buena parte porticada.
En una plaza adyacente está Santa María del Castillo.
Muy transformada, esta iglesia conserva una portada románica.
Aún vimos otro edificio mudéjar la iglesia de San Juan.
Después a Tordesilas. Allí comimos.
Iniciamos después la visita a la localidad. Paramos en la Plaza Mayor, típica plaza castellana.
Y visitamos el convento de Santa Clara, obra maestra del mudéjar, que parece más obra de la España musulmana que de la cristiana. Aquí estuvo presa Juana de Castilla hasta su muerte en 1555.
Muy cerca está San Antolín, que contiene un Museo de Arte Sacro con importantes obras escultóricas de los grandes maestros castellanos, pero estaba cerrada.
Al lado, en la Casa del Tratado, se recuerda con mapas y documentos de la época el importante Tratado por el cual España y Portugal se repartían los teriitorios de las tierras recién descubiertas.
En el mismo edificio se expone un interesante parque de maquetas que reproducen algunos de los más importantes edificios de Castilla y León.
Más abajo, ya cerca del Duero, se encuentra el monumento al Toro de la Vega, protagonista del polémico festejo que se celebra cada año durante la primera quicena de setiembre.
El sábado, último día de visitas, volvimos a Peñafiel. Siempre bajo su castillo.
El día anterior no habíamo ido hasta la hermosa Plaza del Coso, donde aún hoy se celebran festejos taurinos.
Luego subimos al castillo. Es una construcción del siglo XV, pero sobre otras anteriores pues ya es citado en el X.
Subir a la torre es imprescindible para quienes ven el castillo. En plena subida se puede contempalt la letrina de la época, aunque yo estoy convencido que es un montaje de la restuarción pues por varias razones no parece en absoluto su lugar original,
Desde la plataforma superior y desde la terraza sobre la torre hay excelentes vistas de otras partes del castillo.
De las bodegas Protos.
Y de la población.
La visita finaliza en el patio norte.
Al lado opuesto en dependencias del castillo, se ha instalado el Museo del Vino, que con el castillo son los dos emblemas de Peñafiel.
De Peñafiel fuimos a comer a Quintanilla de Onésimo, recorriendo un paisaje salpicado de bodegas y viñedos.
Por la tarde a Villafuerte de Esgueva, donde se ubica el castillo del siglo XV que fue propiedad de Garci Franco de Toledo. Actualmente pertenece a la Asociación Española de Amigos de los Castillos.
Con este castillo finalizó el recorrido del día. Regreso a Valladolid, un paseo, a cenar y preparación de maletas para el domingo emprender el camino de regreso.