14 de enero de 2015. Primer viaje del año. El año anterior no hicimos ningún viaje cultural del IMSERSO. Ya tocaba y esta vez el destino fue Navarra con salida en Huesca.
A mediodía ya habíamos dejado las maletas y comido en Pamplona. Inmediatamente hacia el centro. Desde el hotel un agradable paseo de no más de media hora.
La entrada por el reconstruido Portal de Taconera.
Junto a sus agradables jardines.
Las calles muy tranquilas a esa hora en Pamplona.
Seguimos paseando para hacer tiempo hasta las cinco, hora de apertura del museo de Navarra.
En la cuesta de Santo Domingo ya se veía más movimiento al haber un colegio cercano y ser la hora de salida.
El Museo acababa de abrir.
Estaba cerrada la parte correspondiente a Prehistoria. De todos modos el contenido es más que interesante. empezando por los mosaicos romanos como éste procedente de la villa romana de Andelos.
Siguiendo por testimonios de época paleocristiana como la siguiente estela.
Algo más tardía es la conocida arqueta de Leyre, realizada en la Córdoba califal a principios del siglo XI.
Entre el extraordinario conjunto de de relieves prerrománicos procedentes de la ermita de San Miguel de Villatuerta destaca el que tal vez sea el primer Crucificado del arte hispano.
Otra de las joyas del museo son los capiteles del claustro de la antigua catedral románica de Pamplona.
El período gótico está representado con interesantes murales y algunas tallas como la siguiente Virgen.
Otra obra maestra es el retrato del marqués de San Adrián, de Francisco de Goya.
A la hora de cerrar regresamos hacia el hotel con al sensación de haber disfrutado de una excelente colección de arte.
La mañana siguiente amaneció nubosa. Frente al hotel se vislumbraba la Clínica Universitaria, Afortunadamente la estancia tenía otras finalidades.
Tras el desayuno iniciamos una visita guiada a la ciudad. Algo de lluvia, pero que no impedía nada.
Empezamos en la iglesia de San Lorenzo.
Un saludo a San Fermín era algo inevitable.
La lluvia cada vez más escasa.
La calle Mayor nos condujo a San Cernin.
Con su interesante pórtico.
Y su interior presidido por un retablo neogótico de principios del siglo XX.
En la plaza del Castillo volvía a lloviznar
Pero teniendo el Iruña para reconfortase con un vino y un pincho la lluvia no era problema.
Continuamos sin olvidar la emblemática calle Estafeta.
Y llegamos al agradable Rincón del Caballo Blanco.
Desde donde hay buenas vistas de los alrededores de Pamplona, aunque el día no acompañaba.
Y también de las murallas y fortificaciones.
La catedral nos recibía con su fachada neoclásica.
Tras la que se esconden sus naves góticas.
Y el claustro, también gótico.
Otras dependencias de la catedral están ocupadas por la exposición permanente Occidens.
En una capilla de transición románico-gótica se halla la Virgen procedente del Santo Cristo de Cataláin (Garinoaín), fechada a inicios del XIII.
Las figuras del Calvario de Urzainqui son de principios del XIV.
De la misma época es esta talla de Santa Catalina.
Tal vez lo más sobresaliente de la exposición sea una gran colección de tallas de vírgenes, románicas y góticas en su mayoría.
Algunas de ellas, preciosas.
Otro punto interesante es la capilla de las Navas de Tolosa con un interesante retablo flamenco del XV.
Después de comer a pasear de nuevo. Frente al hotel el parque Yamaguchi con el Planetario, pero la hora de las demostraciones no coincidía.
El parque es uno de los muchos espacios verdes ciudadanos y debe su nombre al hermanamiento de Pamplona con la ciudad nipona de Yamaguchi.
Nos acercamos a la Ciudadela, que más que recordar su origen militar constituye un parque más.
En el centro se puede ver como la ciudad de Pamplona ofrece un aspecto cuidado y limpio. Hasta los contenedores, en este caso de vidrio, pueden ser lugar para una visión artística
También ofrece la ciudad interesantes edificios modernistas.
Así como construcciones y espacios que más bien obedecen a la postmodernidad como el Auditorio Baluarte, centro de una amplia oferta lúdico-cultural.
El sábado dejábamos Pamplona para dirigirnos al monasterio de Irantzu.
Nos recibía un bonito crucero del XVI.
El paraje es idílico como en tantos otros monasterios. Éste fue fundado a finales del siglo XII bajo la regla del Císter.
El agua y el verde surgen por doquier.
Y en los prados aledaños pace tranquilamente el ganado.
El monasterio quedo en ruinas tras la desamortización. Ha sido restaurado y está actualmente ocupado por padres teatinos.
El acceso al interior lo efectuamos por la portada que da al claustro.
El claustro muestra diversas fases constructivas desde qalgunas arcuaciones aún románicas a otras partes del gótico pleno e incluso ya muy avanzado.
De las diversas dependencias que rodean el claustro la más interesante es posiblemente la cocina.
Del claustro pasamos a la iglesia. De trees naves cubiertas con bóvedas de crucería es un claro ejemplo de la austeridad decorativa cisterciense.
Del monasterio propiamente dicho sólo quedan ruinas al este del claustro y la iglesia.
En la zona ajardinada contigua se muestran una serie de interesantes estelas medievales halladas durante las excavaciones en lo que fue cementerio y que aún están en proceso de estudio.
Lo que se conserva es la iglesia de San Andrés, románica, que debió utilizarse mientras se construía el monasterio, la iglesia actual y el claustro
De Irantzú a otro monasterio, Irache, en las inmediaciones de Estella.
Este monasterio ya aparece citado en el siglo X, aunque la actual iglesia, la parte más antigua, data de la segunda mitad del siglo XII.
Se accede a ella a través de un portal románico tardío, cuyo apuntamiento nos sitúa ya en el siglo XIII.
Las tres naves cubiertas con bóvedas de crucería que arrancan de grandes pilares con semicolumnas adosadas son típicamente cistercienses en su sobria decoración.
En el crucero y sobre todo en los ábsides la decoración es mucho más rica. Con alguna clave esculpida como la siguiente en que aparece la lapidación de San Esteban.
Y capiteles figurativos como el de la Epifanía con los Reyes Magos a caballo.
Al sur de la iglesia se halla el claustro plateresco.
La portada renacentista de comunicación con la iglesia es uno de sus elementos más relevantes.
Para acceder al exterior de la cabecera hay que dar la vuelta completa a todo el conjunto de edificios del monasterio situados al sur.
Los tres magníficos ábsides merecerían un entorno más cuidado.
Los canecillos que sostienen la cornisa, especialmente los del ábside central, muestran una variadísima colección de figuras típicamente románicas.
Escenas de caza.
Un exótico dromedario.
O este monstruo con capucha semejante a los que aparecen en algunas iglesias palentinas, aunque en este caso tiene cuatro patas.
La fachada norte sólo es accesible dando la vuelta completa tras sobrepasar los ábsides.
Esta fachada tiene en el centro una portada de época similar a la del oeste, cuya decoración está muy deteriorada.
De Irache hicimos unos cuantos kilómetros para ir a comer a Peralta.
Luego a Puente la Reina. En la Rúa Mayor sólo nosotros. Ningún peregrino. Pocos hacen el Camino en pleno invierno.
A media calle la iglesia de Santiago con su extraordianria portada románica.
El interior es completamente gótico y los retablos barrocos.
Lo más popular de esta iglesia es la talla policromada de Santiago del siglo XIV. Es conocida como “Beltza”, negro en vascuence , debido al color que mostraba su rostro antes de ser restaurada.
Contiene también la iglesia una notable escultura en piedra de San Bartolomé.
También la plaza Julián Mena, centro de la población, estaba desierta.
Al final el conocidísimo puente que da nombre a la población y que cruzan cada año millares de peregrinos.
Aún quedo tiempo para acercarse, en el otro extremo de la población, a la iglesia del Crucifijo, con sus dos naves, una románica y una gótica.
La portada, profusamente decorada, es del siglo XIII.
Y última visita del día. Eunate. A la caída del sol aspecto mágico. Pero ¿cuándo no es mágico Eunate?
La iglesia estaba cerrada, pero no me resisto a poner aquí una fotografía de una visita anterior.
Otra día. Hacia el Roncal. Había bancos de niebla.
Pero fue el día más soleado del viaje. Precioso el paisaje al pasar por el embalse de Yesa
Una vuelta por las calles de Roncal con sus casonas blasonadas es muy agradable.
En lo más alto su iglesia parroquial ofrece gracias a su ubicación excelentes vistas.
Dando un corto paseo se alcanza el cementerio donde se levanta el mausoleo de Julián Gayarre, obra de Mariano Benlliure.
La compra de quesos fue la última e imprescindible actividad en la localidad.
Fuimos después a Sangüesa, pasando por Leyre donde volveríamos por la tarde.
En Sanguesa el objetivo principal Santa María la Real.
Con su espléndida portada, si bien la hora y la altura del sol no eran las más adecuadas para su contemplación. Inconvenientes añadidos al que parece no tener arreglo, el tráfico continuado por delante de esta joya.
El palacio del Príncipe de Viana es el otro gran atractivo de la localidad.
Cominos en Aibar.
Apenas con tiempo para echar un vistazo a Santa María.
Y por la tarde a San Salvador de Leyre.
Sólo los paisajes ya valen la excursión. En lugares así se puede entender que el abad Virila en el siglo X se quedase extasiado escuchando el canto de un pajarito y cuando volvió al monasterio nadie lo reconoció ni él a ninguno de los monjes. Habían pasado trescientos años.
La cabecera con sus tres ábsides suele ser lo primero que se contempla. Sus dos niveles correspondientes a la iglesia superior y a la iglesia inferior primitiva le dan una altura considerable.
Se visita primero la iglesia inferior, que algunos llaman cripta, pero que no es tal pues se eleva sobre el nivel del suelo y recibe iluminación exterior. Es de tres naves con la central dividida por un muro probablemente para dar más consistencia a las bóvedas que permitieran soportar el peso de la iglesia superior. Está dedicada a San Babil, supuesto obispo de Pamplona, cuya devoción prácticamente se circunscribe a Navarra y el Aragón noroccidental.
Algunos de sus enormes capiteles muestran una sencilla decoración y parecen completamente desproporcionados respecto a las columnas que los sustentan.
La iglesia tiene dos partes, la más antigua al este que corresponde a la iglesia inferior, ambas de mediados del siglo XI, y los tramos más occidentales ya del siglo XII y que en el XVI fueron cubiertos con la actual bóveda gótica.
En un arcosolio abierto en el muro norte se guardan en una arqueta los restos de los primeros reyes de Pamplona (al menos eso dice la tradición).
Lo más espectacular de la iglesia es la Porta Speciosa. Ricamente decorada, contiene elementos muy variados, algunos procedentes de otros lugares, lo que dificulta su interpretación.
Era la primera vez que la veía con sol de tarde lo que ofrece otra perspectiva diferente.
El tímpano está centrado por la figura del Salvador, rodeado por la Virgen, San Pedro, San Juan y otras figuras no plenamente identificadas.
En arcuaciones, jambas , capiteles y enjutas hay figuras de todo tipo. Abundan las que hacenb referencia a vicios y pecados como la siguiente.
La mano del Maestro Esteban o de alguien de su taller debió andar por aquí como se ve en el capitel siguiente con las aves mordiéndose las patas como en Sos o en el procedente de la catedral de Pamplona, hoy en el Museo de Navarra.
Ya lunes. Destino: Olite. Niebla contrastando con el soleado día anterior.
En Olite la visita fue el castillo-palacio. A mí, a pesar de todas las alabanzas que suele recibir esa construcción, me sigue pareciendo un escenario para cuentos infantiles. La riqueza de su decoración interior, que según los testimonios en la época era algo sobresaliente, ha desaparecido para siempre tras el abandono, expolio e incendios sufridos.
En la sala de los Arcos, conocida también como Cueva de los Murciélagos, puede admirarse la arquitectura de la construcción original.
Sus galerías, jardines, murallas y torreones recuerdan el pasado esplendor, aunque carezcan del sabor de lo auténtico.
Un elemento auténticamente interesante es el espectacular pozo de hielo anejo al castillo.
La humedad y el frío nos habían acompañado durante el recorrido y una pausa en una de las cafeterías que bordean la plaza de Carlos III el Noble nos reconfortó algo los ánimos.
Tras Olite, Tudela. Algo lloviznaba en la Plaza de los Fueros.
La catedral desafortunadamente estaba cerrada. Iniciada su construcción a finales del siglo XII, tiene partes y añadidos de muy diversas épocas como la torre-campanario del siglo XVII, que sustituyó a la original tras su derrumbe.
O las diversas capillas añadidas sobre todo en el lado norte.
En ese mismo lado aparece una de las puertas, de transición románico-gótico.
La puerta principal es la situada a poniente. Bello ejemplo del gótico primitivo, denominada del Juicio porque en sus arquivoltas aparecen escenas con esa temática entre las que sobresalen las muy imaginativas de demonios torturando a los condenados.
Cerca de la catedral se halla la iglesia de San Nicolás. Originalmente románica fue reconstruida en el siglo XVIII en estilo barroco, pero colocado sobre una de sus puertas se ha conservado un tímpano y otros elementos del templo románico.
Ya avanzada la tarde regresamos a Pamplona donde el día siguiente, último de nuestra estancia, por la mañana repetimos visita al Museo de Navarra y despedimos la ciudad en el Iruña.
Por la tarde a casa.