En un altiplano sobre el río Cinca se levanta esta imponente construcción, que perteneció a un desaparecido monasterio benedictino.
Debió construirse a caballo de los siglos XII y XIII. Orientada al este, consta de una larga nave con transepto finalizada en un ábside semicircular. Un cimborrio octogonal se levanta sobre el crucero.
El aparejo es de buena sillería, perfectamente alineada.
En el ábside se abren tres ventanas.
Las tres están enmarcadas por columnas con capiteles decorados.

Ventana sur del ábside
Algo más sencillas son las ventanas de los brazos del transepto.

Ventana del transepto
La portada se sitúa a poniente. Está formada por seis arquivoltas y un guardapolvo. En los ángulos que forman las jambas, que sostienen las arquivoltas, se alojan finas columnas con capiteles. Falta la columna interior del lado norte.
Los capiteles, en muchos casos bàrbaramente mutilados, muestran decoración vegetal y figurada. En el tercero del lado norte empezando desde el exterior aparecen dos cuadrúpedos díficilmente identificables.
A continuación, la lucha de un caballero con un monstruo alado, un ave (¿águila?) entre frutos y otro caballero que se enfrenta a dos rostros semiescondidos tras un caballo sin jinete.
Y en los dos últimos capiteles de ese lado, cinco personajes vestidos con faldones y lo que parece un orante entre dos máscaras.
En el lado sur, ahora desde dentro hacia el exterior, tenemos otro orante que parece sostener flores de lis y una mujer. Las “flores de lis” se asemejan a sendas planta que hay a ambos lados. En el contiguo capitel otras figuras similares, una de ellas soteniendo un libro, rodean a un personaje con una gran llave (¿San Pedro?).
Después dos animales, que parecen leones, enfrentados, una figura mutilada entre tijas y volutas vergetales y un ave entre dos máscaras y dos frutos.
Sigue lo que parece una mujer entre máscaras y volutas y en los dos últimos más rostros entre decoración vegetal.
Sobre la portada, formando juego con ella, se abre un gran ventanal. Consta de cuatro arquivoltas y guardapolvo, que reposan sobre seis columnas con capitel. La decoración de todos ellos es muy parecida con rostros entre frutos y tijas vegetales como algunos de la portada.
Remata la fachada oeste una espadaña de dos ojos.
Hay otra puerta en el lado oeste del brazo sur del transepto. El dintel sostiene un arco dovelado y un tímpano con un doble círculo desde cuyo centro parten diecisiete radios formando gajos.
Junto a esta puerta, adosado al muro de la iglesia, hay un arcosolio del que ha desaparecido el sarcófago.
Para acceder al interior desde la portada principal hay que descender cinco peldaños. La nave central sorprende por su altura y longitud. El pavimento es la propia roca sobre la que se asienta el edificio, y por su irregularidad exige precaución al transitar por la iglesia.

La nave hacia la cabecera
Consta de tres tramos separados por fajones apuntados que sostienen la bóveda también apuntada. Los fajones parten de pilastras, que a su vez se unen entre sí mediante arcos formeros de medio punto que parten de un banco corrido a lo largo de ambos muros laterales

La nave hacia la entrada
Frente a la entrada se ha colocado una antigua pila benditera, cuya ubicación original se ignora.
En el crucero la cúpula se sotiene sobre trompas.
Tres peldaños dan acceso al ábside cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
Las tres ventanas que lo iluminan tiene también los capiteles esculpidos como en el exterior.
En ellos, de norte a sur, podemos ver una sirena-pez de doble cola.
Un personaje entre dos aves.
Otro personaje en cuclillas que agarra una tija que sale de la boca de una cara monstruosa.
Y una grotesca sirena-ave a la que parece atacar un guerrero.
Los dos últimos muestran decoración vegetal y geométrica.
Debajo del moderno altar que preside el presbiterio hay encajado un tímpano con dos leones encarados. El tema no es especialmente religioso y ese tímpano no se ve me ocurre dónde podía estar en la iglesia. Posiblemente provenga de la puerta de alguna de las muchas dependencias desaparecidas del monasterio.
En cada brazo del transepto se abren hacia el este sendos ábsides semicirculares, no observables desde el exterior por quedar embebidos dentro de un muro plano.
Estos ábsides se cubren con bóveda de cuarto de esfera, carecen de decoración esculpida y se iluminan mediante una ventana de medio punto, aspillerada exteriormente.

Ábside norte

Ábside sur
En el ábside sur se conserva una agrupación de los fragmentos de la imagen gótica de la Virgen destruida salvajemente en 1936 y un sarcófago medieval con tapa que, aunque roto, presenta una interesante decoración.
Muchos otros detalles curiosos podemos hallar en el lugar como un amplio surtido de marcas de cantero o los framentos de este reloj solar:
O este sillar con la inscripción sepulcral de un tal Bernardus, capellán.
Una serie de ménsulas empotradas en el muro sur hacen pensar que pudieron ser soportes de un claustro desaparecido.
Únicamente una excavación arqueológica de la amplia zona de los alrededores de la iglesia donde se ven por doquier restos constructivos permitiría llegar a conocer lo que sin duda fue un importante monasterio, así como su antigüedad, que algunos intentan remontar a épocas anteriores a la conquista musulmana.