Desde Bellestar hay que coger una pista asfaltada que en 2’5 Km conduce a las casas de Coll de Oliva. Desde allí continúa sin asfaltar y en tres kilómetros más se alcanza la ermita, que está junto a la pista, a la derecha. También se puede llegar desde el castillo de Fantova cogiendo primero la pista que va a Güel, desviando luego a la derecha por una pista en dirección sudoeste que conduce a la antigua casa fortificada de los Tobeña. La ermita queda a cuatrocientos metros al otro lado del barranco. Las coordenadas UTM de la iglesia son 31 T 0288758 y 4682117.
Desde la TobeñaDesde el nordeste
De una nave con bóveda de cañón, algo apuntada.
Quedan, adosados al muro norte, restos del murete que separaba el presbiterio, que queda un peldaño más elevado, de la nave.
Interior
El ábside es semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera, articulado con la nave mediante un arco de medio punto. En el ábside se abren dos ventanas, una en el centro y otra al sur, aspilleradas con derrame al interior.
Cabecera
El altar estaba formado por un conjunto de piedras, restos del original que se deshizo. Recientemente se ha rehecho.
Ábside. Interior
En el muro sur está la portada de arco de medio punto algo apuntado. Está formada con dovelas de tosca y jambas monolíticas. Han desaparecido los peldaños que accedían a ella.
Desde el surPortada
Sobre el frontis se levanta el campanario de espadaña de un ojo, cuyo arco ha sido reconstruido hace poco. Más abajo hay una ventana aspillerada muy larga.
Desde el oesteDesde el noroeste
Hay varios nichos abiertos en los muros laterales: dos cuadrados en el muro sur a la derecha de la puerta, otros dos similares enfrente en el muro norte, uno más pequeño en el muro norte más a occidente y otro rectangular en el muro sur, junto a los pies.
En el interior del arco de acceso al ábside hay otro nicho cuadrado en cada lado.
El interior muestra restos del revocado que lo cubría y restos de pinturas de color rojo y algo en ocre, sobre todo en el intradós del arco triunfal y en los muros laterales. Una doble franja recorre los muros a la altura del arranque de la bóveda. Junto a esta franja hay dibujados jarros y una rosa de seis pétalos en el muro sur. Parece que no se terminó el proyecto pictórico si es que este existió. No pueden fecharse estas pinturas más allá del siglo XIX.
Pinturas en muro nortePinturas en muro sur
El aparejo es de sillares sin pulir, colocados en hiladas desiguales, unidas por gruesas capas de argamasa y mortero. Algunos sillares son muy alargados. La única alteración de los muros es un rústico zócalo al sur del ábside. La cubierta es de losas.
Es una construcción popular muy parecida a San Gregorio de Fantova, en el aparejo, en las ventanas, en la espadaña y en la portada. La principal diferencia estaría en los apuntamientos de la bóveda y de la portada. Podría fecharse a finales del siglo XII o quizás ya en el siglo XIII.
Citada en 1014.
No hace mucho se ha limpiado, se han tapado grietas, se ha rehecho la espadaña y se ha consolidado el aparejo.
La Tobeña es una casa situada al otro lado del barranco, que conserva un torreón defensivo de época moderna con curiosas troneras.
Torreón
Esta iglesia no era sólo la capilla de la Tobeña sino que pertenecía también a otras dos casas. Me contó el actual propietario de la Tobeña que no se podía empezar la misa hasta que llegaba la señora de una de las casas citadas.
Bibliografía:
ARAMENDÍA, José Luís: El Románico en Aragón, vol. II, Cuencas del Ésera y Cinca, Librería General S.A., 2001, p. 187-189.
Catalunya Romànica, vol. XVI, la Ribagorça, Barcelona, 1996, p. 534.
IGLESIAS COSTA, Manuel: Arte Religioso del Alto Aragón Oriental, Arquitectura Románica, tomo II, Prames, Zaragoza, 2003, p. 230-231.
MARTÍ FORNÉS, Francisco: Graus y su románico, Editorial Pirineo, Huesca, p. 200-208.
A Raluy se sube por una pista que parte de la carretera de Visalibons, al inicio de ésta. A los setecientos metros una valla cierra el paso. Hay que continuar a pie y en tres kilómetros de fuerte desnivel se alcanzan las ruinas del pueblo. Las coordenadas UTM de la iglesia son: 31 T 0300828 y 4695175.
La iglesia parroquial está sobre las casas más cercanas a la pista. Está en ruinas y rodeada por la vegetación y las zarzas. Sólo son accesibles desde el exterior los muros oeste y norte. Desde el muro norte es posible saltar al interior.
Es de una nave cubierta con bóveda de cañón, hundida en su parte occidental.
Está encabezada por un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera, oculto al interior por un tabique, pero accesible por sendas aberturas a sus lados. Tiene una ventana monolítica con derrame al interior. La cornisa está sostenida por canecillos en caveto, pero no es posible contemplarlos pues actualmente es imposible el acceso al exterior del ábside.
La parte de poniente de la nave está notoriamente desviada hacia el norte.
Al sur hay una capilla añadida accesible por un arco de medio punto.
Todos los muros interiores están revocados y blanqueados.
La portada es dovelada y se abre en el muro sur. Al interior es adintelada. El pórtico que la precedía se arruinó hace años.
Portada. interior
En el muro sur, cerca del presbiterio, hay una ventana con derrame al interior
Sobre el muro oeste había una espadaña, que posiblemente en inicio fue de tres ojos y posteriormente fue sustituida por una torreta de mampostería. Así lo describen los autores que la vieron en pie. Hoy día únicamente queda un fragmento en la parte noroccidental.
Fragmento de la espadaña
El aparejo es de sillarejo bien escodado, sin pulir, colocado ordenadamente, en los fragmentos visibles del muro norte. La cubierta es de losas.
Muro norte
Raluy es citado en 930. Fue destruido en la incursión musulmana de 1006 y consagrada la iglesia de nuevo en 1007. El acta de esta segunda consagración se guarda en el Archivo Histórico Nacional. Perteneció a Obarra.
Bibliografía:
ARAMENDÍA, José Luís: El Románico en Aragón, vol. I, Cuencas del Noguera Ribagorzana y del Isábena, Librería General S.A., 2001, p. 224-227.
Catalunya Romànica, vol. XVI, la Ribagorça, Barcelona, 1996, p. 334-336.
IGLESIAS COSTA, Manuel: Arte Religioso del Alto Aragón Oriental, Arquitectura Románica, tomo III, Prames, Zaragoza, 2004, p. 264-268.
El domingo 27 de enero tomamos el autobús en Lérida para dirigirnos a Cuenca en viaje organizado por el IMSERSO. Pocas paradas, una de ellas para comer en Daroca, y llegada a Cuenca con tiempo más bien desapacible.
El hotel, céntrico, frente al parque de San Julián, y con buenas vistas a la ciudad antigua desde la habitación y desde el restaurante.
Vista desde el hotel
Aún nos dio tiempo para unas cañas y unas tapas en una de las pocas ciudades españolas donde eso todavía es posible sin entrar inmediatamente en bancarrota.
Con buen tiempo, que ya no nos abandonaría, el día siguiente iniciamos la visita a la ciudad de Cuenca. Empezamos en el castillo. La zona es un buen mirador sobre la ciudad.
Y sobre el Júcar.
Del castillo y murallas no se conserva demasiado.
Restos de las murallas y arco de Bezudo
Bajando del castillo paramos en la barroca iglesia de San Pedro.
San Pedro
La ciudad antigua alberga rincones increibles en un complejo entramado urbano.
Antiguo convento de San José
Plaza de la Merced
Las Casas Colgadas por el lado de su entrada no tienen especial interés, pero por allí se accede al popular restaurante Mesón Casas Colgadas y al Museo de Arte Abstracto Español.
Museo de Arte Abstracto
La relación de Cuenca con el arte abstracto de la posguerra va más allá del Museo de Arte Abstracto, e incluso el símbolo de la ciudad, la Torre de Mangana, «goza» de la compañía del Monumento a la Constitución de Gustavo Torner.
La Torre de Mangana
Desde la Plaza de Ronda se contemplan perfectamente los llamados rascacielos, viviendas tradicionales de la ciudad, con hasta diez plantas por su parte trasera y dos o tres máximo por su entrada.
Los «rascacielos»
Finalizamos la ciudad antigua en la Plaza Mayor.
Plaza Mayor. Ayuntamiento
En la misma plaza está la catedral. En ella tenía lugar la celebración de San Julián, patrón de Cuenca. Esta catedral es la más antigua de España que se empezó a edificar en estilo gótico, pero ha sido muy modificada a lo largo de los siglos, empezando por la fachada, víctima del derrumbe de una de sus torres, y cuyo aspecto actual es fruto de una reconstrucción de principios del XX.
Catedral
En el interior llaman la atención los gruesos pilares normandos y el triforio de la misma influencia, a la vez que la iluminación a través de vidrieras, obra de artistas contemporáneos de diversas tendencias. Esa iluminación es cuestión de gustos, pero en Cuenca el arte del siglo XX juega un papel que tal vez en el futuro será (o quizás ya lo es) parte integral de la idiosincrasia de la ciudad.
Nave central de la catedral
Debido a las celebraciones litúrgicas no pudimos realizar una visita completa, pero sí que aún pudimos admirar el Transparente, obra barroca situada tras el altar mayor.
El Transparente
Y la Capilla Honda con su espectacular artesonado mudéjar.
Capilla Honda
La salida de la ciudad vieja a través del puente de San Pablo ofrece inmejorables vistas de las Casas Colgadas.
Puente de San Pablo
Casas Colgadas 1
Casas Colgadas 2
Por la tarde añadimos una excursión no prevista a la Ciudad Encantada. Aún quedaban en ella abundantes restos de la última nevada. El recorrido básico que suele realizarse allí que pasa por las formaciones rocosas más conocidas no ofrece dificultad alguna en circunstancias normales, pero la nieve tranformada en hielo, a la vez que añadía un atractivo más al paisaje, era una trampa peligrosa para el visitante sin equipamiento.
El hielo iba aumentando y el resbalón fue inevitable y me costó la fractura de la muñeca.
Con el hueso ya roto tuvimos que finalizar el recorrido con las máximas precauciones lo que nos condujo a salir del paraje ya anocheciendo.
Después a Cuenca, al hospital, enyesado y vuelta al hotel para intentar dormir.
El siguiente día proseguimos con el recorrido previsto. En primer lugar a Uclés, al monasterio, conocido como El Escorial de la Mancha, que fue sede principal de la Orden de Santiago.
La fachada del monasterio, obra de Pedro de Churriguera fue la última parte en añadirse al conjunto, ya en el siglo XVIII.
Monasterio de Uclés. Fachada principal
Monasterio de Uclés. Fachada principal. Portada
El sobrio claustro, del siglo XVII, tiene en el centro un pozo ya claramente barroco.
Monasterio de Uclés. Claustro
Una monumental escalera da acceso al piso superior del claustro.
Monasterio de Uclés. Escalera
Destaca el refectorio por su artesonado.
Monasterio de Uclés. Artesonado del refectorio
La iglesia del monasterio es obra de Francisco de Mora, discípulo de Juan de Herrera. En ella fueron enterrados insignes personajes como Rodrigo Manrique, gran maestre de la Orden de Santiago, y su hijo Jorge Manrique, autor de las famosas Coplas por la muerte de su padre. Actualmente no se sabe el lugar exacto donde están los restos.
Monasterio de Uclés. Iglesia
El monasterio se levantó en el interior del recinto amurallado del castillo del que únicamente quedan los muros perimetrales y tres torres.
Restos del castillo de Uclés
Descendimos del castillo atravesando las calles de la pequeña población de Uclés para finalizar en la Puerta del Agua.
Uclés. Ayuntamiento
Uclés. Puerta del Agua
Por la tarde fuimos a la ciudad celtibera y romana de Segóbriga que llegó a gozar de gran prosperidad como centro productor de lapis specularis, yeso cristalizado, que se usaba como cristal de ventana y con fines decorativos. Su época de máximo esplendor fue entre los siglos I y III para ir luego decayendo hasta desaparecer ya con la conquista musulmana.
La ciudad se halla situada en un cerro. Antes de llegar a él se encuentran los restos del acueducto, la necrópolis y el circo.
Restos acueducto
Los aledaños de la ciudad muestran ruinas de múltiples construcciones.
Llegando a la ciudad encontramos el anfiteatro en plena restauración (¿reconstrucción?). Es de esperar que no ocurra algo similar a lo que pasó en el teatro de Sagunto.
Anfiteatro
Más arriba se halla el teatro.
Teatro
Teatro
El foro ocupa el centro de la ciudad. Su ubicación, cerca del cruce del cardus y el decumanus, es peculiar debido a la necesidad de superar desniveles.
El foro
Desde Segóbriga regreso a Cuenca.
El miércoles lo iniciamos en dirección sur hacia San Clemente.
San Clemente, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1981, tiene un rico patrimonio monumental. En la plaza Mayor destaca la antigua Casa Consistorial, declarada Bien de Interés Cultural, que actualmente alberga el Museo de Obra Gráfica de la Fundación Antonio Pérez.
Antigua Casa Consistorial
A un lado de la msma plaza está la iglesia gótico-renacentista de Santiago Apóstol, también Bien de Interés Cultural.
Iglesia de Santiago. Nave central
En una de sus capillas laterales alberga una cruz gótica de alabastro, procedente de la ermita de San Roque.
Iglesia de Santiago. Cruz de alabastro
Frente a una de las puertas de la iglesia de Santiago se halla el convento de las Madres Trinitarias del cual visitamos su iglesia.
Iglesia del convento de las Madres Trinitarias
Al otro lado de la iglesia de Santiago, en la denominada plaza de la Iglesia está la antigua cárcel con su barroca portada de la Inquisición, cargada de elementos simbólicos. Hoy este edificio alberga el Museo del Objeto Encontrado.
Antigua cárcel
Los diversos pisos de la TGorre Vieja contienen un variado museo etnográfico, que se visita mientras se asciende hasta su planta mirador desde donde se divisa una amplia panorámica del pueblo y sus alrededores.
Torre Vieja
Las calles de San Clemente rebosan de edificios históricos como el convento de San Francisco.
Convento de San Francisco
La fiesta más importante de San Clemente tiene como acto central el traslado de la Virgen del Rus. Se va en romería hacia la ermita del Rus el domingo después de Pascua a fin de intercambiar hasta el lunes de Pentecostes la Virgen de los Remedios con la del Rus. La entrada en San Clemente de la Virgen del Rus es el momento culminante de la fiesta.
Monumento a los porteadores de la Virgen del Rus
Desde San Clemente al Toboso a comer. Lógicamente, ¿cómo se iba llamar el restaurante?
Para digerir, un paseo por las calles de El Toboso.
Iglesia parroquial
Luego visitamos la denominada Casa de Dulcinea, museo etnográfico situado en una casa tradicional. «Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos …»
Casa de Dulcinea
Casa de Dulcinea
Casa de Dulcinea
Tras el Toboso a Campo de Criptana a ver molinos (o gigantes). “En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo …»
Las referencias cervantinas son una constante en estos pueblos manchegos.
Paseando por el pueblo destaca Casa de la Tercia, antiguo pósito de granos, del siglo XVI.
Regreso a Cuenca con tiempo aún para unas cañas y el jueves a madrugar rumbo a Belmonte.
En Belmonte la primera visita obligada es el castillo. Levantado por Juan Pacheco, marqués de Villena, en el siglo XV, ha experimentado muchas reformas y actualmente está cuidadosamente restaurado.
Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte
Castillo de Belmonte
La puerta gótica trilobulada de acceso al castillo se atribuye a Juan Guasch.
Castillo de Belmonte. Puerta de accceso
En el patio de armas destaca en un ángulo el pozo-aljibe.
Castillo de Belmonte. Pozo-aljibe
De lo más interesante del castillo son los artesonados.
Castillo de Belmonte. Primera planta
Hay habitaciones decoradas al estilo de la época en que lo habitó y reformó Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Desde la parte superior del castillo, en el camino de ronda hay buenas vistas sobre la villa y las murallas
Como en todo castillo que se precie no pueden faltar en él las mazmorras.
Castillo de Belmonte. Mazmorras
En la villa de Belmonte destaca la colegiata de San Bartolomé, proclamada monumento nacional en 1943. Se trata de una gran construcción gótica de tres naves con diversas capillas laterales.
San Bartolomé
San Bartolomé. Nave central
La sillería del coro, procedente de la catedral de Cuenca, obra de Egas Cueman, es la primera sillería de coro historiada de la península.
San Bartolomé. Sillería del coro. Detalle
Son notables las rejas de algunas capillas.
San Bartolomé. Reja de la capilla de la Anunciación
Otra obra destacable, situada en la capilla de la Inmaculada, es el Cristo de la columna, obra de Salcillo.
San Bartolomé. Cristo de la columna.
En esta iglesia fue bautizado Fray Luís de León.
San Bartolomé. Pila bautismal
La tarde nos la ocupó la hoy pequeña población de Alarcón. En poco espacio y para muy pocos habitantes un paraje y un conjunto monumental de excepción.
Su posición sobre el río, su castillo y las diversas torres defensivas que lo rodean le dieron un papel militar relevante, que además va unido al literario pues es Don Juan Manuel la figua más relevante en el desarrollo de Alarcón.
En el núcleo central del castillo se sitúa actualmente el Parador Nacional.
Torre del Homenaje
A lo lejos se divisan las diversas torres de vigilancia.
Torre Alarconcillo
Torre del Campo
Torre del Cañavate
Las calles y plazas del pueblo casi desiertas en un día cualquiera de invierno no ligan con un tan importante pasado.
Plaza del Infante Don Juan Manuel
Las iglesias también abundan en Alarcón aunque muchas dedicadas a otros usos. La principal es la iglesia de Santa María.
Santa María
Santa María. Portada
Santa María. Interior
La iglesia de Santo Domingo fue transformada en auditorio y sala de exposiciones. Conserva una portada románica tardía.
Santo Domingo
Santo Domingo. Portada
La iglesia de San Juan Bautista se ha transformado en el Centro de Arte Pintura Mural de Alarcón.
San Juan Bautista
Desgraciadamente, el tiempo se nos agotó, no sin tomar buena nota de que hay que volver a Alarcón por lo menos para un par de días.
A Cuenca a dormir y el viernes regreso a Lérida. A reposar el brazo y a preparar una próxima salida.
Doscientos metros antes de llegar a la población, en un montículo a la izquierda de la carretera de acceso, junto a unas construcciones usadas como albergue. Sus coordenadas UTM: 31 T 0315011 y 4714146.
Era la antigua iglesia parroquial de la localidad.
Iglesia de una nave cubierta con bóveda de cañón sobre dos arcos fajones, apoyados en pequeñas pilastras.
Interior
Está encabezada por un ábside semicircular precedido de un arco triunfal. El ábside fue rebajado, perdiendo las arcuaciones pero conserva las lesenas de piedra tosca. Muestra en el centro una ventana cuadrangular. También ha sido modificado totalmente en el interior, rehaciendo la bóveda.
Ábside
La nave tiene a ambos lados capillas añadidas, mayor la del muro norte, que al exterior no es visible pues el terreno ha sido levantado y rellenado casi hasta el nivel de la cubierta.
Capilla norte
La capilla del muro sur tiene una ventana al sur de doble derrame y otra más sencilla y pequeña al este.
Capilla sur
Portal con doble arquivolta, protegida por un guardapolvo, y grandes dovelas al sur, con las jambas y dovelas de tosca. La dovela que forma la clave no es la original sino una que no es de tosca con una cruz esculpida.
Portada
En el mismo muro sur hay dos ventanas también realizadas con tosca: una estrecha hacia los pies y otra abocinada de doble derrame entre la portada y los pies.
Ventana del muro sur
Sobre la capilla sur se aprecia un fragmento de muro rehecho que podía haber correspondido a una abertura o anexo desaparecido. En el mismo muro junto al ábside también hay un regruesamiento, indicio de alguna otra modificación.
Corona el muro de poniente un campanario de espadaña de un ojo con una pequeña campana. Debajo del campanario hay una ventana cuadrada de construcción moderna.
Espadaña
En el aparejo alternan algunas hiladas de sillares, bastante cuidados en la base del muro occidental y en algún fragmento del muro norte, y mampostería. Las cubiertas son de losetas, fruto de la última restauración.
Los cambios en el aparejo, los diferentes estilos de las aberturas y los cambios en las bóvedas de la zona de la cabecera son muestra de las múltiples modificaciones en la estructura de esta iglesia, cuya parte original podría fecharse a caballo entre los siglos XI y XII, así como entre los siglos XVI y XVII la mayoría de las modificaciones: capillas laterales, portada y algunas ventanas (según Madoz en el umbral de la puerta se leía 1539, fecha a la que puede muy bien corresponder la portada). Probablemente más moderna sea todavía la reforma de las bóvedas.
Fue restaurada en 1979, lo que evitó su ruina y se mantiene cuidada y en buen estado.
El cementerio rodea la iglesia por el sur y el este, teniendo que cruzarlo para entrar.
Posiblemente proceda de aquí el frontal de altar, de la segunda mitad del XIII, con escenas de la vida de San Clemente, conservado en el Museo de Arte de Cataluña y considerado procedente de Estet cuya iglesia no está dedicada a San Clemente sino a San Pedro.
Bibliografía:
ARAMENDÍA, José Luís: El Románico en Aragón, vol. I, Cuencas del Noguera Ribagorzana y del Isábena, Librería General S.A., 2001, p. 183-185.
Catalunya Romànica, vol. XVI, la Ribagorça, Barcelona, 1996, p. 142-143.
IGLESIAS COSTA, Manuel: Arte Religioso del Alto Aragón Oriental, Arquitectura Románica, tomo I, Prames, Zaragoza, 2003, p.136-140.