Este setiembre de 2014 no parecía que anunciase el otoño sino que el calor se sentía más que en agosto. Tiempo ideal para dirigirse a Asturias.
Pasamos por Huesca y Ayerbe (¡Ay esa autovía entre Huesca y Pamplona que no sé si veremos acabada algún día!).
A la hora de comer en Asturias. En Casa Poli, en Puertas de Vidiago, primer contacto con la mesa asturiana. No sólo nos repusimos del viaje sino que cogimos fuerzas para hacer varios más.
La digestión ya en Llanes. Breve parada en el hotel y a ver la ciudad.
Empezamos por el paseo de San Pedro.
Bajamos a la playa del Sablón.
Y nos acercamos hasta los Cubos de la Memoria de Ibarrola, que aún no conocíamos.
Quizás quienes más los disfrutan sean las gaviotas que tienen en ellos una buena plataforma de descanso y de despegue.
Continuamos por el puerto.
Y el casco antiguo de Llanes con sus varias capillas
Y la iglesia parroquial de Santa María del Conceyu.
Pasamos por las murallas.
El torreón.
Y el antiguo palacio de los Duques de Estrada.
Por delante del Ayuntamiento al hotel, a cenar y a dormir, que el día había sido largo.
Segundo día. De buena mañana a buscar San Antolín de Bedón. Pocas indicaciones, problema habitual en España, pero lo encontramos.
Está a pocos metros de la playa que lleva su nombre y muy cercano a la autopista, pero es un lugar donde se respira absoluta paz y tranquilidad, pese a la mala impresión que producen el abandono de las casas y dependencias que rodeaban la iglesia. Únicamente unos caballos merodean por allí.
La iglesia San Antolín de Bedón es un buen ejemplo del románico tardío.
De San Antolín a la cercana Ribadesella. Intentamos a ver si se podía entrar en al Cueva de Tito Bustillo. Teníamos que esperar un par de días. Como ya la conocíamos decidimos proseguir ruta. Actualmente quien quiera ver cuevas con pinturas rupestres no tiene más remedio que concertarlo con antelación.
Sí se puede visitar tranquilamente el Centro de Arte Rupestre junto a la cueva.
Ya que estábamos cerca decidimos coger una carreterita sinuosa y muy estrecha que sube en pocos kilómetros a Nuestra Señora del Junco. El indicador “Xuncu” en un desvío nos despistó, pasamos de largo y tuvimos que volver atrás. ¡Somos el país más plurilíngüe del mundo!
La iglesia y el paraje en que está valen la pena. ¡Lástima que como es habitual estuviese cerrada y sin la más mínima indicación de cómo visitarla!
De allí fuimos a Covadonga, no sin antes intentar ver la Cueva del Buxu, también sin éxito. Pocas indicaciones, cerrada en aquel momento sin nadie para atenderte y con un letrerito sobre los horarios y reservas.
Covadonga muy frecuentada, autocares y autocares con grupos la convierten en tal vez el principal atractivo turístico y devocional de Asturias.
Probablemente Pelayo tuvo fácil lo de derrotar a los moros, que debieron quedar extasiados ante la belleza del lugar y se dejaron sorprender mientras contemplaban el panorama.
Esos montes, esos valles y a tan escasa altitud respecto al nivel del mar son desde luego impresionantes.
De Covadonga a Cangas de Onís, primera capital del reino asturiano.
La primera visita a la iglesia de la Santa Cruz, hecha construir en 734 por el rey Fávila (el del oso) para ser enterrado allí junto con su esposa Froiluba. Reconstruida en el siglo XVII y destruida por completo en 1936, siendo reedificada con posterioridad, no queda nada en ella de la iglesia primitiva. Albergó la cruz de madera que llevó Pelayo en Covadonga y que luego se convirtió en la Cruz de la Victoria.
Pero sí queda en su interior el dolmen sobre el cual se edificó. Caso singular y muestra clara de como los cultos varían a lo largo de los tiempos pero los espacios sagrados siguen en el mismo sitio.
¡Qué mejor hacer en Cangas que reponer fuerzas con una buena fabada! Y tras ella al puente.
El denominado Puente Romano de Cangas sobre el Sella es un puente de época medieval avanzada, pero que se construyó sobre puentes anteriores siendo más que posible que su origen haga honor al nombre y por él ya hubiesen circulado los romanos, pues por ahí pasaba una calzada romana que desde las cercanías de Oviedo se dirigía al actual Santander. Es uno de los emblemas de Asturias.
El Parador Nacional de Cangas de Onís está instalado en lo que fue el antiguo monasterio de San Pedro de Villanueva. Parte de las dependencias como el claustro se hallan integradas en el Parador.
Pero se conserva la iglesia con la cabecera primitiva románica y la nave, obra barroca.
Al exterior la torre alberga una bellísima portada románica esculpida .
Es muy conocida la escena en que un caballero se despide besando a su esposa, que aparece en la imposta en el lado oeste de la portada. Los “expertos” dicen que se trata de Fávila y su esposa Froiluba. El ser muerto por un oso ha dado a Fávila un papel más relevante en el universo mítico asturiano que el hecho de ser rey o hijo de Pelayo.
En el capitel que hay a continuación se repite el beso (ahora sin caballo) frente a un palacio, y en la otra cara la lucha de Fávila y el oso.
Los ábsides también cuentan con decoración escultórica en sus capiteles, metopas y canecillos.
Entre los canecillos hay algunos divertidos y no siempre completamente púdicos, tal como es frecuente en el románico.
A dormir nos fuimos a Artriondas. No tiene mucho que ver, pero es un pueblo tranquilo y con una calle de sidrerías donde el buen yantar es norma mientras se escancian y escancian botellas y botellas de sidra.
A madrugar como siempre, desayuno y a proseguir recorriendo parajes formidables. Como la oficina de turismo aún estaba cerrada en Arriondas, paramos en Infiesto: no abren hasta las once. Seguimos a Nava, aparcamos cerca de turismo, vemos una chica que va a abrir. Vamos a tomar un café para darle tiempo a preparar las cosas. A los dos minutos volvemos y la oficina ya está cerrada. ¡Nos apañaremos con el GPS y la información que obtengamos por internet!
Primero queríamos ir a San Esteban de Aracil. Aracil no es ningún núcleo de población sino que es una parroquia formada por casas dispersas. Preguntando un par de veces conseguimos llegar a un letrero donde indicaba: “San Esteban de Aracil”, a los pocos metros una bifurcación sin indicadores. Seguimos por la carrerita que parecía algo más ancha!? Al final llegamos a una casa donde había unos hombres charlando. les preguntamos y nos habíamos equivocado en la bifurcación, cosa que al parecer es lo que le ocurre a todo el mundo. Nos indicaron amablemente una atajo y llegamos a la iglesia.
El lugar es idílico y la iglesia preciosa. Lógicamente imposible visitar el interior, pero vale la pena perderse para alcanzar un lugar así.
Las portadas son muy interesantes.
Sobre la portada occidental hay incrustada una calavera, que en aquella soledad puede resultar inquietante para algunos visitantes.
La portada sur está decorada con los denominados rollos zamoranos por su parecido a los de la portada sur de la catedral de Zamora y cabezas picudas. Estas últimas se consideran de influencia irlandesa o normanda y se supone que por mar debieron llegar sus constructores a esta zona. Ambos motivos abundan en las iglesias asturianas.
Quisimos encontrar un atajo nosotros y nos costó encontrar la carretera por vericuetos entre prados y vacas.
El siguiente hito era Narzana. Aquí la pérdida fue peor. Nos habían indicado que la iglesia estaba en alto y la vimos mucho más abajo tras recorrer aldeas perdidas y pistas en las que si nos viene alguien de frente hubiésemos tenido que echar a suertes quien se tiraba al precipicio.
Los pueblecitos, sus hórreos y paneras, un encanto. En momentos parecía un regreso al pasado.
La iglesia de Santa María y su portada, también una preciosidad.
La tercera iglesia del grupo que habíamos decidido ver, Santiago de Sariego, a corta distancia de la carretera general y fácil de alcanzar. Sin embargo, menos atractiva que las anteriores por lo menos desde fuera .
De todos modos conserva unas ventanas prerrománicas que nos empezaron a poner en contacto con todo lo de ese estilo que veríamos posteriormente en Asturias.
El paisaje como siempre.
De allí, tras una breve parada en Pola de Siero, ya nos dirigimos a Oviedo. No sabíamos que eran fiestas y la ciudad estaba francamente animada. Ahora entendimos el porqué nos había costado hallar por internet hotel en el centro y además a precios superiores a los habituales.
El hotel era pequeñito pero correcto y en pleno centro. De propina, con nombre literario.
Delante está el monasterio de Santa Clara.
Muy cerca la calle Gascona con sus sidrerías. Allí comimos.
Al hotel a descansar un rato y a pasear por el Oviedo en fiestas.
La cabecera de San Tirso es de los lugares en que vale la pena detenerse.
También es interesante circunvalar la catedral.
Y ver la torre de la anterior catedral románica.
Alejada del ambiente festivo estaba la plaza denominada Corrada del Obispo.
En esa plaza está la puerta de la Limosna por donde se accede al claustro de la catedral.
Un poco más allá el Monasterio de San Pelayo.
Algo más lejos del centro histórico se conserva la Foncalada. Fuente prerrománica que es considerada el monumento civil en uso continuado más antiguo de España.
Antes de la cena y luego, un nuevo paseo por la zona de más ambiente festivo.
El soleado y magnífico día que hacía en Oviedo presagiaba un buen aprovechamiento. Así fue. El objetivo del día los monumentos del Monte Naranco. Faltaba más de una hora para que abriesen y ya estábamos allí. Todo ese tiempo estuvieron Santa María y San Miguel con su entorno a nuestra exclusiva disposición. Era nuestra cuarta visita, cada vez mejor que las anteriores.
Viendo Santa María del Naranco a lo lejos es posible imaginar todo el conjunto palaciego que debió extenderse por los alrededores.
Ramiro I al elegir el sitio no debió prescindir de las vistas.
Santa María fue primero palacio lo que explicaría su dualidad de plantas.
Desde cualquier ángulo, espectacular.
Desde levante se admiran bien sus tribunas y las ventanas triforadas superiores que dan acceso a la cámara oculta, llamada por muchos “del tesoro”
No solemos aparecer demasiado (más bien nunca) en las fotos, pero la amable guía se empeñó en hacernos antes de entrar un pequeño reportaje fotográfico y ahí estamos.
Desde las tribunas en la primera planta las vistas a través de los arcos y sus columnas nos transportan a los placeres de la monarquía asturiana.
Cien metros más arriba de Santa María del Naranco se halla San Miguel de Lillo. Pese a que sólo se conserva el nártex y la parte más occidental de sus naves (el resto se derrumbó) permite hacernos una idea de su majestuosidad.
Quedan celosías de las ventanas originales, protegidas por un cristal.
Desgraciadamente no permiten hacer fotos del interior y no podemos colocar aquí las maravillosas jambas de sus puertas de inspiración romana, ni las esculturas de basas y capiteles de sus columnas ni los restos de pinturas.
Al bajar del monte Naranco nos dirigimos a Trubia para buscar desde allí San Pedro de la Nora. Está a la entrada de una pequeña aldea. Llamamos al teléfono que nos habían dado para rogar que nos la abriesen e inmediatamente avisaron a la señora Amalia, que enseguida vino a enseñárnosla. ¡Qué bien cuando en los pueblos hay alguien que está orgulloso de lo suyo y gusta de mostrárselo a los forasteros!
San Pedro de Nora, aunque muy transformada, sobre todo debido a las desperfectos que sufrió al ser incendiada en 1936, es considerada obra básica de la época de Alfonso II, primer período del prerrománico asturiano.
En su nave central quedan algunos fragmentos casi irreconocibles de las pinturas sobre estuco que la decoraban.
De la Nora a Santo Adriano del Tuñón por bonita carretera, otro ejemplo prerrománico, pero ya de la época de Alfonso III.
Muy cerca de esta iglesia parten la ruta verde peatonal y cicloturística denominada “Del Oso” y el desfiladero de las Xanas (hadas). Ambas las dejamos para otra ocasión.
Desde Santo Adriano de Tuñón regresamos a Oviedo para dirigirnos al sur a ver Santa Cristina de Lena. En Pola de Lena paramos a comer. Mientras lo hacíamos cayó una tormenta con rayos, truenos y agua sin control. Se nos fue hasta la luz. De repente, a los postres, se acabó y empezó a salir el sol.
Nos esperaba Santa Cristina. A mí particularmente es el monumento prerrománico que más me gusta, tanto por él en sí como por el incomparable marco que lo rodea.
Con Santa María y San Miguel de Lillo forma parte de las construcciones realizadas en la época de Ramiro I. Su estructura así como el gran número de contrafuertes la han hecho merecedora de ser conocida como “la iglesia de las esquinas”.
El iconostasio de separación de la nave con el presbiterio conserva muchos elementos reaprovechados de alguna construcción visigótica.
Bajo el arco central del iconostasio hay un cancel formado por tres piezas muy decoradas y con inscripciones visigóticas.
De la inmersión de Santa Cristina en el paisaje poco se puede decir. Hay que verlo.
Vuelta a Oviedo y a seguir callejeando en una ciudad que, incluso en fiestas, es modelo de limpieza y pulcritud.
La mañana siguiente para las últimas horas en Oviedo habíamos dejado la visita a la catedral.
Hasta las diez no abrían e hicimos tiempo paseando por las a esa hora tranquilas calles ovetenses.
En la catedral fueron puntuales.
La gente cuando le cobran en algún monumento, sobre todo si es religioso, suele protestar, pero la verdad es que se agradece poder visitar los sitios libremente, hacer fotos tranquilo y con una buena audio-guía como en este caso.
La catedral es una obra básicamente gótica que se levanta donde había habido un templo anterior románico, al que habían precedido otros edificios prerrománicos.
El retablo mayor es una obra del gótico tardío hispano-flamenco.
La talla del Salvador, del siglo XIII, procede probablemente de la anterior catedral románica.
La joya de la catedral es la llamada Cámara Santa, obra prerrománica de la época de Alfonso II, que fue dinamitada durante la revolución asturiana de 1934 y reconstruida después de la guerra civil intentando ser fieles al original.
Consta de dos plantas. La inferior con finalidades funerarias es denominada cripta de Santa Leocadia.
La planta superior ha sido siempre famosa por sus reliquias. Muchas piezas sufrieron graves daños en la voladura de 1934. No fue la única desgracia. En 1977 un ladrón se llevó las piezas principales y las desmontó para vender las joyas y el oro. Cuando al cabo de unos años se recuperaron no estaban completas y tuvieron que reconstruirse de nuevo a partir de lo que quedaba.
La planta superior es una capilla con su presbiterio donde están ahora las reliquias y la nave. Aquí las fotografías de algunas de las obras tomadas a través de la reja y el cristal, que ahora las protegen debidamente.
La nave es conocida universalmente por las seis estatuas-columna con una pareja de apóstoles en cada una adosadas a sus muros. Son obra románica tardía cuyo autor hace años se pretendía relacionar con el Maestro Mateo del Pórtico de la Gloria en Santiago. Actualmente se habla del Maestro de la Cámara Santa.
El claustro de la catedral es plenamente gótico.
El Museo de la Iglesia completa la visita a la catedral. Su contenido es francamente interesante. Es la única zona donde no se permiten fotografías, pero una pieza me impresionó tanto que la fotografié. Es el díptico románico llamado de Gundisalvo, del siglo XII.
Era lunes, pero en Oviedo tanto la catedral como San Julián de los Prados cierran los domingos. Así pues después de la catedral un paseo hacia San Julián de los Prados.
Esta iglesia situada algo apartada del centro de Oviedo es conocida popularmente como “Santullano”. Es obra prerrománica de la época de Alfonso II. Sus tres naves cubiertas con madera, su cabecera plana de tres ábsides cubiertos con bóveda de cañón, su aparejo de mampostería con cantoneras, sus arcos de medio punto realizados en ladrillos, el pórtico a los pies y la ventana triforada de acceso a la llamada “cámara del tesoro”, son características típicas de este período.
Las pinturas son las mejor conservadas del prerrománico asturiano, pero no se permite fotografiarlas.
Dejamos Oviedo para ir a Bendones, a muy escasa distancia de la ciudad pero en pleno campo. La iglesia de Santa María está situada en una pequeña aldea donde no se percibía el menor movimiento. No pudimos entrar. Al parecer sólo se puede hacer a la hora de la misa, que únicamente hay los festivos y no todos.
La iglesia es de la misma época y tiene muchas similitudes con San Julián de los Prados.
En 1936 fue incendiada y se derrumbó en parte. La reconstrucción se hizo a partir de los restos. entre ellos unos muros en ángulo parecían indicar un campanario y como tal se reconstruyó éste. Único caso de campanario en el prerrománico asturiano pues el que hay en San Pedro de la Nora es un completo invento de los restauradores.
El paisaje es fomidable y apacible, apenas a dos kilómetros de todo la vorágine de la capital.
De Bendones, pasando otra vez por Oviedo hacia occidente. La próxima parada en Grado a comer ya a las tantas.
De Grado a San Román de Candamo a ver si era posible ver la cueva con las muestras de arte rupestre paleolítico más occidental de Europa. En el pueblo, en un antiguo palacio se ha habilitado el Centro de Interpretación de la Caverna de Candamo. El centro cerrado y sin ninguna indicación. decidimos pues subir hasta la cueva. Lógicamente, cerrada.
Sin embargo, el caminito de acceso y las vistas justificaron la subida.
De San Román a Santianes de Pravia, a otra iglesia prerrománica, la de San Juan. Cerca hay el Museo del Prerrománico. En el teléfono que indicaban para llamar no contestaba nadie. Como al regreso pasaríamos cerca decidí probar teléfónicamente los siguientes días, pero ni en ese teléfono ni en el que me habían dado en Oviedo como de la oficina de turismo no me contestó nadie pese a probarlo en todas las horas posibles.
Por carreteras secundarias nos dirigimos a Tineo. Allí nos alojamos en un hotelito nuevo, céntrico y con magníficas vistas.
Pasear por el pueblo no ofrece mucho excepto ver sus construcciones tradicionales.
Y eso sí, todo es un excelente mirador hacia el valle.
De buena mañana partimos hacia Obona. El antiguo monasterio de Santa María la Real de Obona está en deplorable estado de abandono.
En el claustro hallamos restos de rituales satánicos. A esos descerebrados les debe atraer ese lugar pues las ruinas producen una inquietante y misteriosa sensación.
La iglesia está bien y se halla cerrada. Aquí la culpa de no poder entrar fue nuestra pues en el bar del pueblo dejan la llave, pero llegamos a hora demasiado temprana. Nos perdimos un Cristo románico que guarda y que conozco por fotos.
Cerca de Obona esta Bárcena del Monasterio, que fue también sede de un antiguo cenobio. Conserva la iglesia.
De Bárcena a Naraval. Nuestra intención era visitar el museo dedicado al Mundo de los Vaqueiros, pues siempre me han parecido muy interesantes esos grupos étnico-culturales que han sufrido hasta épocas bien cercanas discriminaciones varias. Un buen letrero en el pueblo señalizando el camino. Un senderito estrecho asfaltado por donde apenas pasaba el coche nos condujo al museo. Allí todo cerrado, ni un alma, al lado una pequeña posada-bar, pero también desierto y cerrado a cal y canto. Ningún cartel, ningún aviso, ningún horario. Nada. La organización turística en Asturias no es que sea ninguna maravilla.
Desde Naraval curvas y curvas para subir al alto de Aristébano, pero el paisaje de lujo.
Por fin llegamos a Luarca, pocos kilómetros, pero de los que se hacen largos.
No paramos en Luarca e iniciamos el regreso hacia el este. Un alto en la Playa del Silencio, cerca de la localidad de Castañeras. Recóndita, bellísima y de no fácil acceso. nos conformamos con unas fotos sin acabar de llegar abajo.
Siempre entre estampas bucólicas, hacia Cudillero.
En el hotel al que íbamos, situado en la zona que llaman en Cudillero El Pito, nos habían informado de que se comía muy bien. ¡Se quedaron cortos! Más que bien, de maravilla.
Tras esa comida no hubo más remedio que echar una siesta antes de bajar hacia Cudillero.
La bajada por un camino entre densa vegetación, a tramos con escalones, es muy agradable.
Cudillero con sus casas coloreadas y colgadas a diferentes niveles sobre el mar es único.
La cuestión era subir hacia el Pito. Como la bajada había sido facilona no podíamos imaginar como sería la subida. La verdad es que fue suficiente para coger hambre para cenar y para desear urgentemente una ducha y la cama. Al llegar a una capilla llamada del Auxilio estábamos para pedírselo a quien fuese que estuviese dedicada.
Afortunadamente nos quedaba muy poquito. Merecido teníamos ese día el descanso.
Salida a hora temprana (lo habitual) en dirección a Villaviciosa. Pasamos de largo para ir a uno de mis lugares asturianos predilectos: Valdediós. Pero antes de llegar un desvío nos indicaba San Andrés de Valdebárcena y hacia allí nos desviamos.
En un paraje de esos que en Asturias son habituales se levanta esta interesante iglesia románica.
Tiene dos portadas. Preciosa la del oeste
Sobre ella hay un friso encantador por su sencillez y primitivismo. Tal vez provenga de una construcción anterior.
También llaman la atención alguno de sus canecillos como éste con Adán y Eva.
Enfrente de la iglesia, un hórreo.
Al llegar a Valdediós nos recibe un sólido crucero.
El nombre del valle es bien significativo de la belleza del lugar. Y sólo en un sitio como éste pueden convivir tan cercanas dos maravillas del arte medieval: la prerrománica capilla de San Salvador y el monasterio de Santa María con su iglesia románica. Iniciamos la visita por éste último.
San Salvador, popularmente conocida como “El Conventín”, es la principal muestra del prerrománico postramirense, de la época de Alfonso III. Mi prerrománica preferida tras Santa Cristina de Lena.
Curiosamente aquí la ventana triforada da luz al ábside central y la ventana de la “cámara del tesoro” es bifora.
En el interior se conservan bastantes pinturas con cruces de consagración y crismones.
De Valdediós a Amandi. San Juan es otra joya única.
A corta distancia se ve Villaviciosa entre el verdor que se extiende hasta la ría al fondo.
Aún antes de comer nos acercamos a Viñón donde nos habían dicho que quizás estaba abierta la iglesia de San Julián. No fue así, pero seguimos disfrutando del entorno.
Y de los hórreos.
Fuimos ya a Villaviciosa, primero a comer y luego a dejar las maletas en el hotel. Estaban en fiestas con lo cual la animación en las calles era importante.
Por la tarde aún nos dimos un paseo por los alrededores. Primero a Fuentes con su iglesia de San Salvador.
Rebaños de cabras la rodean y custodian.
Y luego al espectacular y mágico Santuario de Nuestra Señora de Lugás de gran devoción en la comarca y más allá.
Las fiestas aún seguían en Villaviciosa.
Aunque fuera del centro donde esperaban el desfile de carrozas todo estaba tranquilo.
La visita a Santa María de la Oliva fue la última del día.
Aunque comenzada a finales del XIII, muestra una cabecera plana en el más tradicional estilo asturiano
La portada sur que sigue plenamente fiel a los modelos románicos.
La portada del muro occidental es gótica, pero la mayor parte de sus esculturas pueden seguir siendo calificadas de románicas.
Llegó nuestro último día asturiano (por esta vez). Nos quedaban por el camino dos iglesias prerrománicas. Primero fuimos a San Salvador de Priesca. En la casa de enfrente tienen la llave, pero no parecen muy dispuestos a prestarla o a acompañar al visitante.
Es una iglesia de tres naves y triple cabecera plana con todas las características de las obras de su época.
De Priesca a Santiago de Gobiendes en el municipio de Colunga.
Allí se halla el Centro de Interpretación de la Sierra de Sueves. Hay que ir al centro para poder visitar la iglesia, pero esa visita sólo es posible a las dos del mediodía. Cuando llegamos eran las nueve y media, el centro aún no estaba abierto. Pensando en dormir en casa el mismo día no podíamos estar varias horas esperando para ver la iglesia. Nos conformamos pues con el exterior.
Como en tantos otros lugares hay también un altar exento, fuera de la iglesia.
Lo que sí hicimos antes de irnos fue deleitarnos con el paisaje. A un lado el mar.
Al otro las montañas.
Y adiós a Asturias. El viaje se ha hecho corto. ¡Volveremos!